–¡Hola! ¿A qué se debe ese ceño fruncido?
–¡Ni te imaginas! El cabrón de Ernesto le metió mano a la Iliana
–¿Y tú como lo sabes?
–Iliana me lo dijo
–¿Y qué te dijo?
–Qué estaban charlando y que él le faltó el respeto
–Y ahora tú lo buscas para castigarlo
–Nadie manosea a mi mujer!!
–Calma pedro. Calma! La pelea puede esperar, mejor vas con la cabeza fría, así tus golpes serán demoledores, que peleando con la cabeza caliente. ¿De acuerdo?... Así me gusta. Ahora vamos a analizar la cuestión, ¿okey? Bien… Últimamente… tú esposa y Ernesto se la pasaban charlando… ¿es mentira?, bien, con calma, okey, y ustedes están un poco distanciados ¿verdad?... Bien, entonces yo te pregunto mi querido Caifas a qué santo tú vas a defender un honor que no existe, ¡que ella arregle sus problemas! Ustedes están separados. ¿Ella te contó que lo sopapeo? ¿Ella te contó que le grito “hijo de puta”? ¡No! ¡No lo hizo! Ni lo hará nunca. ¿Has entendido? ¡Bien! Si te encuentras con Ernesto salúdalo con un gesto de la mano, no muestres mala cara y sigue tú camino. Si Iliana te pregunta le dices: que no es tu problema, que es problema de ella y si ella insiste le dices cuando vuelvas a ser mi mujer ¡yo mataré al que te moleste!
Muy bueno. Yo he metido cada sopapo que pa qué.
ResponderEliminarBesos
Un sabio consejo
ResponderEliminarIliana es una lianta.
ResponderEliminarErnesto es un cerdo.
Pedro es un muñeco.
Saludos.
Firmo debajo de lo que dice Toro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por lo menos parece que lo calmó.
ResponderEliminarQue cada uno siga su camino. Cada uno en su lugar.
ResponderEliminarBesos