domingo, 7 de agosto de 2016

707: No me ligues, conquístame.

Ligar está bien, es divertido y lo divertido también es necesario, pero no deja de ser la marca blanca de conquistar.

Para ligar, basta con gastarse algo de dinero, arreglarse el pelo, ponerse una buena colonia, no hacer mucho el idiota y entrar a mucha gente. Hasta el más tonto liga un día. Todos tenemos una estadística y la de nadie –una vez que se ha estrenado– es cero. Por el contrario, para conquistar no valen las ropas. Un conquistador no se forma en el centro comercial, se forma teniendo una vida apasionante. Por mucho que quieras aparentar, por muchas camisas, automóvil, maquillaje o tacones, siempre hay un día en que la vida te pregunta ¿qué queda cuando te quitas el vestido?, ¿quién eres cuando te desnudas?

La mayoría de relaciones nacen de ligar pero mueren por falta de conquista. Casi todas se rompen o no avanzan no porque se tuerzan, sino por desvelo y decepción. De nada sirve el deseo si no lo acompaña la fantasía que evocan las vidas fascinantes. De nada un brillante lazo si en el paquete no hay nada. A nadie le enamora el vacío.

Una de las principales razones por las que las relaciones fracasan es porque falta grandeza. ¿Cuánto tiempo dedicas a estar más guapo, tener mejor cuerpo o comprar más ropa? ¿Cuánto inviertes en crecer como persona?

Todo el mundo liga, pero no todos conquistan. “Para dar una vuelta, todas las bicicletas son buenas, pero hay días en los que recordamos los grandes paseos” Ligar es juego; conquistar es arte. Ligar es pasatiempo; conquistar es que se quede cuando pasa el tiempo.

Pero conquistar no tiene que ver con la eternidad, sino con la memoria. No es que el Imperio caiga, es que hoy sepas quién es Julio César; no es que te quedes siempre, es que no te olvide nunca. Tampoco tiene que ver con la presencia, pues a veces, el peso de la presencia se mide mejor en la ausencia: conquista es cuando puedes decir “ella se fue, pero se quedó el perfume”, o “él se fue pero yo aún sonrío”. Es que, aunque ya no esté, seas una persona diferente porque no te cambió que se fuera, te cambió que hubiera estado.

Me repugnan esos chicos que van diciendo “a esa me la tiré” o sacan pecho para decir el ‘elevado’ número de chicas a las que “se han follado”, como quien cuenta títulos de liga. He dicho chicos y no hombres, no por edad, sino por madurez. Me decepcionan también esas chicas que miden su belleza en función de los chicos a los que besan o a los tropecientos que podrían besar, así como aquellas que se creen superiores por ser guapas.

Lo más curioso es que es entre esta clase de chicos y chicas donde se crea todo: chicos que van como monos detrás de chicas para tratarlas como números y chicas que alardean de ser monas en función del número de chicos que las ven… ¡como números!

Y es que, cuando alguien no puede aspirar a la calidad se refugia en la cantidad. Están los que venden diez unidades a un peso y los que venden una unidad a diez pesos. En el mundo de la cantidad, el que apuesta por lo excelente está siempre en minoría.

Por todo esto, a mí no me vengas con tu carita bonita de “me lío con quien quiera”, a mí dime algo que me cambie la forma de mirar la vida, ponme los ojos grandes y hazme sentir pequeño. Cuéntame tantas aventuras que sienta que me he perdido un millón de cosas. Dame ganas de comerme el mundo.

Dime que sabes lo que quieres y que “o eso, o nada”; que ni te vendes ni negocias tus sueños. Dime que tu estantería no está vacía y que tu libro favorito no es un best seller. Hazlo con tanta pasión que me lo compre mañana. Dime que cuando puedes viajas, y que viajar no es lo mismo que hacer turismo. Dime que descubriste que el secreto de la felicidad no está en tener, sino en ser, crecer, dar y amar con valentía. Y dime que te partieron el corazón y que aun así lo pondrías sobre la mesa si se presentara la ocasión.

Dime que con tus 20 o 30 años lo mejor de ti no es tu belleza. No quiero un rato más, quiero alucinar contigo. No quiero mirarte, quiero admirarte. No quiero olvidarte, quiero que me dejes un surco después de beberte, como el café. Y, aunque pueda que no pueda ser, aunque se acabe o aunque duela, quiero que el rato contigo merezca, si así fuera, una dulce pena.

9 comentarios:

  1. Ligar es instinto y conquistar es adentrarte en la personalidad y en el corazón del otro, se necesita entrega y ganas y en estos días que corren donde todo se quiere aqui y ahora la conquista se ha dejado para romanticos y "rarit@s"

    Besos

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  2. No crea que hag falta dinero para ligar, utilizar la mirada es gratis, sólo hay que saber hacerlo.

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  3. Conquistadores hay muchos pero muy pocos tienen el privilegio de quedarse en el corazón.

    Beso

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  4. Precioso. Me ha encantado.
    Me retiro un tiempo.
    Besos, Charly.

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  5. Hombre, pues claro. Por eso es tan difícil conquistar, eso no está al alcance de cualquiera. Y más difícil todavía mantener lo conquistado.

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  6. Me gustó mucho este concepto: "Es que, aunque ya no esté, seas una persona diferente porque no te cambió que se fuera, te cambió que hubiera estado."

    Besos, Chaly.

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  7. Sabio relato, cargado de inteligencia y realidad.

    Feliz verano amigo.

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  8. Admirarle, mirarle, sentirle, conquistarle...

    Me encantó tu relato, Chaly y ésta frase: "No quiero olvidarte, quiero que me dejes un surco después de beberte, como el café."

    Gracias por tu comentario en mi blog.

    Un beso.

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