jueves, 11 de agosto de 2016

710: La mujer de los dos nombres

– ¿No te parece cambiada?
–No. Apenas. Siempre está bonita.
–Sí, ¡oh!, sí, siempre bonita. Un poco delgada sin embargo.
–No me lo parece.
–Es que ella conserva aún la esbeltez de la primera juventud. Pues tú me has precedido cinco o seis años. Más tarde, ella se ha desarrollado, muy agradablemente. Tengo sobre ti la ventaja de que ella tenía unas tetangas cuando la conocí. ¡Ah!, querido, esas tetas...
Se produjeron unos cuchicheos que la curiosa oyente no pudo entender. La primera voz repitió:
–¿La amaste realmente?
–¡Qué el diablo me lleve si me acuerdo! Yo salía del colegio, no había besado nunca en los labios más que a la criada de mi tía. Tú debes pensar que quedé deslumbrado por la visión de Clotilde.
–¡Vaya! para ti era Clotilde.
–Tenía dos nombres. Pero ella no quería que hablando de amor la llamase Jenny, porque su madre la llamaba así. Era sentimental, con algunos detalles ingenuos.
– Sin embargo yo la llamaba Jenny, porque su marido la llamaba Clotilde.
Prorrumpieron en carcajadas.
– En fin, ¿te gustaba?
–¡Ah! mucho. Piensa que, pillín era entonces, era encantadora esa intriga con una mujer de mundo. ¿Sabéis donde la conocí? en un Hotel. Para vernos, era necesario tomar un montón de precauciones. Me levantaba, por la noche, cuando todo el mundo dormía, caminaba a lo largo de un endiablado pasillo que no acababa nunca; empujaba una puerta entreabierta... Teníamos excitantes temores cuando la puerta hacía ruido al cerrarse.
– Sí, esos recuerdos son bonitos a esas edades.
–Muy bonitos. Sin embargo yo iba algunas veces a pasar una o dos horas a la ciudad vecina.
–¡Oh! ¡Las putas de provincias!
–Te aseguro que allí las había muy hermosas.
– Así variabas.
–Tal vez tengas razón. Y además, Clotilde, aunque me amase con locura, tenía reservas excesivas. ¡Casi como una muchachita! Yo no entendía como su marido podía ser tan apacible y tan ignorante. No me bastaba recibir lecciones de una colegiala.
–¡Cómo! ¿En serio? Jenny, en esa época...
– La persona más apática del mundo
– Me sorprende.
–Hasta tal punto que, cuando yo regresaba de la ciudad, donde me enseñaban todo lo que es posible saber, yo le hablaba de inimaginables fantasías, y ella me miraba espantada, diciendo: «¡Ah! Dios mío! ¡Ah! ¡Dios mío! ¿Quién te ha dado tales ideas?»
– Y bien, seis años más tarde, felizmente había cambiado.
– Te envidio.
–¡Oh! no me envidies. En cuanto a mí, yo no la amaba del todo. ¿No te he contado porque la tomé? Yo estaba desde hacía seis meses con Engracia Mendes. ¡Me volvía loco pero me costaba un buen dinero! y me alegré mucho cuando conocí a Jenny.
–¿Una diversión?
–Tú lo has dicho. Jenny era muy bonita, un poco gorda, como Engracia; no tenía amante; era, tanto para mi satisfacción personal como para la de mi familia, que me veía con pena frecuentar a las putillas del Parque Arenal, la mujer que me hacía falta. En una palabra, una relación de conveniencia.
– Sí, al principio. Pero, poco a poco...
–¡Eso es en lo que estás equivocado! Esa putanga de Engracia no dejaba de rondarme por la cabeza. Había veces donde, acostado al lado de Jenny, me asaltaban ganas de levantarme y de huir, de correr a casa de la absurda locuela. Me resistía a esas fantasías, pero sufría mucho, y estaba muy alicaído.
–Sin embargo Clotilde, desde cierto punto de vista, tú acabas de decirlo...
–¡Oh! ¡Muy notable!¡muy notable!
Bajaron la voz.
–¿Así, realmente?...
–Sí, sí, y veinte cosas más.
–¡Vamos! ¡Exageras!
–No, te lo digo muy en serio. Más allá de todo lo concebible.
–¡Cómo! ¿Es qué?...
Ella no siguió escuchando. Se volvió, pálida, secando con el dorso de la mano el sudor de su frente, sorbiendo, con los labios temblorosos, las lágrimas de cólera y de vergüenza. Luego entró en el salón, y encontrándose de frente con el muchacho que momentos antes le hablaba de amor durante el baile, le arrojó esta palabra al pasar, muy apresuradamente: ¡Jamás!

7 comentarios:

  1. Por la boca muere el pez.
    Un abrazo.

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  2. Qué dolor producen las palabras no hechas para tus oídos.
    Un saludo

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  3. Hay que fijarse antes de hablar sobre alguien. Y hay que ser más sincero.
    Saludos, ya tenés un seguidor más.

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  4. Bocazas, haberlos, haylos...Buen corto. Saluditos.

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  5. Bocazas, haberlos, haylos...Buen corto. Saluditos.

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  6. ay , a alguno le había que dar una puntada .-o mas- en su piquito de oro


    besos

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  7. Me has emocionado escribiste mas de 3 palabras comentando,,,
    Te traigo el chocolate que te prometi de premio
    es oscuro como me gusta a mi. Tu texto es imperdible
    besos

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