Hablamos de encuentros
consentidos en vez de deseados, no vemos a las chicas correrse en la
pornografía y las revistas femeninas están plagadas de titulares del tipo:
“Posturas sexuales para cuando
él quiere y ella no”
“Fijaciones sexuales que él
quiere que tú le hagas realidad”
“Cosas que los hombres odian en
la cama”.
Cada vez que se trata el tema de
la sexualidad lo que se hace es abordar el deseo masculino.
Con este panorama no creo que a
nadie le extrañe si digo que no conozco a una sola mujer que no haya
fingido un orgasmo en su vida.
En las películas retratan con
frecuencia chicos que se masturban al llegar a casa después de una cita que no
acabó en la cama. Deberían empezar a mostrar a las chicas que se masturban al
llegar a casa después de una cita que sí acabó en la cama.
Desde niñas se nos educa para ser
el espejo en el que los hombres se reflejan dos veces más grandes de lo
realmente que son. Hay que tratar su ego con más suavidad que su prepucio porque
si no “se van con otra”, nos han dicho siempre.
Las citas acaban siendo una
montaña rusa emocional en las que nos preocupamos más de su bienestar que
del nuestro y, para ello, no dudamos en modificar nuestra conducta, reír
chistes que no nos hacen gracia, simular que sabemos menos que él del tema de
conversación o fingir un orgasmo.
Es bastante frecuente que mujeres
atractivas reconozcan que follar con nerds, gordos o viejucos es una
fantasía que no solo hemos materializado en diversas ocasiones, sino que hasta
alguna vez les hemos convertido en nuestras parejas. Pensad en la cantidad de
veces que habéis visto por la calle a hombres especialmente atractivos
con mujeres que no lo son. Ahora al revés. Pues eso.
Es la máxima expresión del
altruismo, de esa entrega desinteresada a los demás en que se nos educa, como
eso de que la belleza está en el interior y demás cuentos chinos dirigidos
exclusivamente a nosotras. Lo fascinante es que esta idea sigue vigente. Somos
tan abnegadas que hasta nuestra propia excitación la delegamos en lo capaces
que somos de estimular al de enfrente. La de polvos que he perdido con señores
que tenían pelos en las orejas por no ir bien depilada. Era mejor irme a casa
con el calentón que arriesgarme a que su erección se viera amenazada por
mi vello. Hay que joderse.
Otro tema que también ha generado
controversia entre el género masculino, es el del placer de ella. La realidad
es que si iniciáramos un #metoo para ver cuántas mujeres no han sentido
nunca un orgasmo durante una relación sexual lo mismo se cae internet. En
general, darnos placer no es algo que les interese. Además, se recibe como un
insulto a la masculinidad que no consigan llevarnos al clímax después
de un par de minutos taladrando bruscamente
Se ha incidido tanto en la idea
de que no estamos interesadas en el sexo y que no necesitamos follar, que es
impresionante la cantidad de gente que, pasada la treintena, continúa sin
saber complacernos manualmente, por poner un ejemplo. Siendo sincera, fácil no
es. Hay que echarle ganas y mostrar iniciativa, como hacemos nosotras. Sería
interesante que empezáramos a crear en masa artículos didácticos sobre lo
que realmente nos gusta: cómo masturbarnos, las posturas en las que nos resulta
más fácil llegar al orgasmo, como manejar la lengua para que tu chica se empape
los muslos o como dejarte penetrar analmente sin dolor porque a ella le
encantará tomar las riendas.
A veces internet es un lugar
maravilloso. Ha resultado ser el mejor altavoz para trasladar nuestra visión
del mundo. El mensaje es claro: en las relaciones personales y sexuales nosotras
también contamos. Y añado: tenemos un clítoris y estamos dispuestas a usarlo.
Pues si, Estoy de acuerdo.
ResponderEliminarBesitos :)
Es complicado cambiar a una sociedad entera.
ResponderEliminarPero bueno, me parece bien que alguien lo intente.
Besos.
Es un primer paso que hablen, pero hay otros después. Vamos con que se les escuche.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajaja el final es genial.
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