martes, 16 de enero de 2018

0129: amor a segunda ojeada

—¡Basta! Me has llegado al corazón. Yo te juro que antes de tres días cocino, barro y plancho como la primera…
—Pero si no sabes nada, infeliz…
—¡No importa! ¡Aprenderé! Por esta cruz…
—¿Serías capaz? ¿Harías eso por mí?
—¡Calla! Como que voy yo a dejar escapar una cosa así como así. Si hay que cocinar, se cocina…
—Eso sería maravilloso…
— ¡Que todavía no conoces tú a la hija de mi madre! Y prepárate, porque te vas a chupar los dedos y en los mosaicos y azulejos de tu casa me voy a mirar todas las noches para ver si estoy guapa…
—¡Bravo! ¡Bravísimo!
—Pero, Señor, si esto es lo correcto…
—¿Verdad que sí?
—Nada, nada. ¡Que nos liamos! ¡Y que se vaya a freír espárragos el boticario! ¡Y el coronel que me espera esta noche, que coja con su madre!
—¡Bravo!
—Y el doctor Martinez, ¡a la mierda!
—¡Soberbio! Eres admirable. ¡Qué moralidad has adquirido en un momento!
—¡Ah! Pues esto no es más que empezar. Ya verás, ya verás tú cuando salga la señora que una lleva dentro. Porque sale, vaya si sale.
Mira en torno, con un infinito arrobo
—¡Ay, riquito de mi alma! ¡Qué felices vamos a ser los dos aquí solitos! Ya te estoy viendo, ahí, repantigado, comiendo y bebiendo. Y yo de aquí para allá, de la cocina al salón y del salón a la cocina, como una mártir…
De pronto, se vuelve y se queda en éxtasis ante la puerta del dormitorio
—¡Y ese dormitorio! ¡Ay, madre! ¡Qué dormitorio! Pero, qué dormitorio…

3 comentarios: