—¡Basta! Me has llegado al corazón.
Yo te juro que antes de tres días cocino, barro y plancho como la primera…
—Pero si no sabes nada, infeliz…
—¡No importa! ¡Aprenderé! Por
esta cruz…
—¿Serías capaz? ¿Harías eso por
mí?
—¡Calla! Como que voy yo a dejar
escapar una cosa así como así. Si hay que cocinar, se cocina…
—Eso sería maravilloso…
— ¡Que todavía no conoces tú a la
hija de mi madre! Y prepárate, porque te vas a chupar los dedos y en los
mosaicos y azulejos de tu casa me voy a mirar todas las noches para ver si
estoy guapa…
—¡Bravo! ¡Bravísimo!
—Pero, Señor, si esto es lo
correcto…
—¿Verdad que sí?
—Nada, nada. ¡Que nos liamos! ¡Y
que se vaya a freír espárragos el boticario! ¡Y el coronel que me espera esta
noche, que coja con su madre!
—¡Bravo!
—Y el doctor Martinez, ¡a la
mierda!
—¡Soberbio! Eres admirable. ¡Qué moralidad
has adquirido en un momento!
—¡Ah! Pues esto no es más que
empezar. Ya verás, ya verás tú cuando salga la señora que una lleva dentro.
Porque sale, vaya si sale.
Mira en torno, con un infinito
arrobo
—¡Ay, riquito de mi alma! ¡Qué
felices vamos a ser los dos aquí solitos! Ya te estoy viendo, ahí, repantigado,
comiendo y bebiendo. Y yo de aquí para allá, de la cocina al salón y del salón
a la cocina, como una mártir…
De pronto, se vuelve y se queda
en éxtasis ante la puerta del dormitorio
—¡Y ese dormitorio! ¡Ay, madre!
¡Qué dormitorio! Pero, qué dormitorio…
Hay gente pa tó.
ResponderEliminarUn buen dormitorio, es un buen dormitorio...eso tira mucho.
ResponderEliminarBesos.
Donde hay un buen dormitorio....
ResponderEliminarBesitos :)