La amé más que a nada. Más que a nada…
No sabía que fuera posible amar tanto…
Bueno, yo por lo menos creía que no
estaba… programado para amar así.
Las declaraciones, los insomnios,
los estragos de la pasión, yo pensaba que todo eso estaba muy bien para los demás.
De hecho, ya solo la palabra pasión
me daba risa.
¡La pasión, la pasión! Para mí era algo a medio camino entre la autosugestión y la curiosidad…
Era casi una blasfemia en mi boca.
Y luego, me cayó encima cuando
menos lo esperaba.
Yo… Amé a una mujer.
Me enamoré como quien pilla un resfriado.
Sin quererlo, sin creérmelo, a mi pesar y sin poderme defender, y después…
Después la perdí. De la misma manera.
¡Vaya por Dios!
ResponderEliminarQué hermoso y que triste...
ResponderEliminarCreo que nadie los libramos de amar y que es lo mejor que nos puede pasar en la vida, conocer el amor aunque luego lo perdamos...
Preciosísimo lo que has escrito hoy, Chaly.
Muchos besos.
Son como dos curas de humildad en una.
ResponderEliminarUn abrazo.
Torres más altas han caído!!!!
ResponderEliminarBesos, Chaly
¡Vaya cosa!
ResponderEliminarBesos