-Estoy enamorado
Dijo pero no a ella, sino a
alguien que en las tinieblas se elevaba para que no pudieras tocarlo y te
vieras forzado a depositar la guirnalda en la hierba, en la oscuridad.
-Enamorado
Repitió, dirigiéndose ahora a ella
en un tono más bien seco, él había depositado su guirnalda, ella podía hacer lo que quisiera con ella.
-¡Enamorado!
Dijo ella. ¡El, a su edad! Quiso
mirarle pero su mirada se volvió contra ella; pero en su corazón sintió, pese a
todo; está enamorado. Tiene eso, pensó; está enamorado.
Pero el indomable egotismo que constantemente
derriba a cuantos enemigos se le enfrentan, el río que dice adelante, adelante,
adelante, aunque reconoce que quizá no haya meta alguna, y sin embargo
adelante, adelante; este indomable egotismo cargaba sus mejillas de color; la
hacía parecer muy joven; muy rosada; con unos ojos muy brillantes. ¡Estaba enamorado!
No de ella. De alguna mujer más joven, por supuesto.
-¿Y quién es ella?
Ahora había que pensar que aquella se casaría con él Así y todo, estaba enamorado;
él su viejo amigo, su querido amigo, estaba enamorado.
-Bueno, y ¿qué piensas hacer?
-¡Ah! los abogados, iban a
encargarse del asunto
Y se puso a recortarse las uñas
con el cortaplumas.
¡Por amor de Dios, deja en paz el cortaplumas!
gritó para sus adentros, sin poder contener su irritación; era esa estúpida
manera que él tenía de hacer caso omiso de las convenciones, era su debilidad,
ese no tener la más mínima idea de los sentimientos de los demás lo que molestaba
a ella, lo que siempre la había molestado. Y ahora, a su edad, ¡qué estúpido
resultaba!
Y ella se había inclinado hacia él, le había
cogido de la mano, lo había llevado junto a sí, lo había besado. En realidad,
ella se encontró con la cara de el en la suya sin que tuviera tiempo de
contener las espadas de plata que como la hierba de la llanura en plena
tormenta tropical se alzaron en su pecho y la tormenta, al amainar, la dejó con
la mano de el en la suya, acariciándole la rodilla y, cuando al reclinarse se sentía
tan extraordinariamente a gusto con él, tan alegre, se vio asaltada por un
trueno: ¡si me hubiese casado con él, esta alegría habría sido mía el día
entero!
Es bien raro que un hombre diga que está enamorado... se lo dirá a algun amigo o al espejo y a ti nunca porwue eso vulnera...
ResponderEliminarHas estado enamorado?
Los abogados se encargarán.
ResponderEliminarEs la mejor parte.
Saludos,
J.
Hay decisiones que se tiene que cargar con ellas para toda la vida, uno decide y con ello a veces pierde.
ResponderEliminarBesos, Chaly