— ¡Oiga, le agradecería dejar de
molestar a mi mujer!
— ¡Es ella la que me jochea!
—Alabancioso
—Si usted se la tirara como Johnson y
Masters mandan, estas cosas no irían sucediendo
—Me está diciendo que no se tirar. ¿Ella
se ha quejado de mí?
—Según el manual, nunca hay que poner en
labios de la seducida las palabras esposo, marido, conyugue que la hagan
retraerse en su accionar infelidoso.
—Entonces si no hablan de mí, ¿de dónde
usted infiere que soy malo para el serruche? ¿Es que usted no sabe que existen
personas poliamorosos?
—Discúlpeme vecino, la verdad no había
pensado en ese acápite. ¿O sea este desliz no es el primero?
— ¡Es mi vivir diario!
— ¿Y por qué no se divorcia?
— ¿Usted se divorciaría de ella?
— ¡No!
—Veo que usted es un buen catador
—Venga, pase ¡Edulteria ven a conocer al
nuevo vecino!
Nada, nada, como al fin y al cabo se entienden a la perfección por el diálogo de ambos; que hagan un trío, y así el marido ya tendrá todo los detalles.
ResponderEliminarAbrazo.
Vivir para ver...
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