lunes, 13 de agosto de 2018

0247: amores provincianos


— ¿Sabe una cosa? Al principio, creí que seguía soltera porque sus hermanos habían ahuyentado a todos sus pretendientes, pero ahora empiezo a preguntarme si no lo habrá hecho usted solita.
—No. No me he casado porque todos los hombres me ven como a una amiga. Ninguno me ve como a una mujer de la que podrían enamorarse.
—Escuche, y escuche con atención. Mi plan es el siguiente. Tendremos que hacer ver que entre nosotros ha saltado la chispa. Y me libraré de las muchachas del pueblo porque ya no seré un hombre disponible.
—Eso no es así. No lo verán como tal hasta que esté delante del cura pronunciando sus votos.
—Tonterías. A lo mejor tardan un poco de tiempo, pero estoy seguro de que, al final, podré convencer a toda la sociedad de que no estoy disponible para el matrimonio.
—Excepto conmigo.
—Excepto con usted, pero nosotros sabremos que no es verdad.
—Por supuesto. Honestamente, no creo que funcione, pero si está tan convencido...
—Lo estoy.
— ¿Y yo qué consigo?
—En primer lugar, si su madre cree que estoy interesada en usted, dejará de pasearla de hombre en hombre.
—Algo engreído de su parte, pero cierto.
—Y en segundo lugar, los hombres están más interesados en una mujer cuando otro hombre se interesa por ella.
— ¿Y eso qué quiere decir?
—Quiere decir, sencillamente, y perdone el engreimiento, que si todos creen que voy a convertirla en mi esposa, todos esos hombre que sólo la consideran una buena amiga, empezarán a mirarla con otros ojos.
Daniela apretó los labios.
— ¿Y eso quiere decir que, cuando suspenda el compromiso y me abandone tendré una legión de pretendientes a mis pies?
—Oh, por favor, le concederé el placer de decir que ha sido usted la que se ha echado atrás.
—Sigo pensando que yo gano mucha más que usted en todo esto
—Entonces, ¿lo hará?
Daniela miró a la señora Fernandez, que parecía un ave de presa, y a su hermano, que parecía que se había tragado un hueso de pollo. Había visto esas mismas caras decenas de veces, aún en las facciones de su madre y de algún posible pretendiente.
—Sí. Lo haré

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