martes, 11 de octubre de 2022

0611: Kramer vs. Kramer

 Donde Meryl Streep descubrió que Dustin Hoffman era mejor actor que compañero.

El día del encuentro el actor la saludó correctamente. Cuando a Meryl le contaron de qué se trataba la historia y cómo sería su personaje sintió que era una versión para adultos de Cruella de Vil. Joana Kramer era una mujer egoísta y superficial que de un día para otro y sin razón aparente abandonaba a su hijo y su exitoso marido. Pidió ahondar más en la psicología de esa mujer y advirtió que si no modificaban el guion, no aceptaría. Cuando se retiró, el director Robert Benton pensó que habían tenido la peor entrevista del mundo y que nunca se había cruzado con una actriz tan educada como inteligente. Hoffman solo dijo: “Es ella, no busquemos más”

Meryl mantenía largas charlas con Benton para introducir cambios en el guion porque seguía sosteniendo que su Joana era demasiado lineal. Argumentaba que la decisión de su personaje de abandonar a su hijo no era la de una desequilibrada maldita sino la de una mujer cansada de ser “esposa de” y “madre de”, pero nunca ella. 

Una mujer que lejos de creer en el instinto materno sentía que a veces hacía todo mal y que por eso creía que lo mejor para no lastimar a su hijo era abandonarlo. No era una mala mujer, sino en las malas. Por eso, solo cuando retoma el control de su vida es que pide la custodia del pequeño.

Benton escuchaba a su inteligente actriz y cambiaba el guion según sus sugerencias. Cuando esto ocurría Hoffman le recriminaba: “Meryl ¿por qué no dejas de llevar la bandera del feminismo y simplemente actúas?”. Ella actuaba pero no se callaba. En una escena en un restaurant Tedd/Hoffman debía discutir con Joana/Meryl. Hoffman decidió que en la escena y fuera de libreto lanzaría un vaso contra la pared en presencia de Streep. No se lo comentó a nadie, solo al camarógrafo, para que supiera donde apuntar su lente. Quería que fuera una sorpresa para conseguir una reacción más natural de su compañera.

La cara estupefacta de Meryl Streep es totalmente real. Cuando se escuchó “¡Corten!”, Meryl comenzó a sacar los fragmentos de vidrio que quedaron en su pelo y con una voz dulce pero fulminante le advirtió: “La próxima vez que vayas a salirte del guion, me gustaría que me avisaras”.

Benton no solo escuchaba los aportes al guion que hacia su protagonista femenina. Hoffman también sugería cambios. Es que en ese momento se estaba separando de Anne Byrne, su primera esposa, y estampó lo que sentía por su propio divorcio en el de los Kramer. Sus aportes fueron tantos que Benton le ofreció aparecer en los créditos finales como coguionista, algo que el actor no aceptó. Quizá lo lamentó cuando la película se llevó el Oscar en la categoría mejor guion adaptado.

La tensión en algunas escenas entre ambos protagonistas parecía más real que actuada. Tanto que Dustin llegó a decir que quería matar a su compañera. “No lo dijo en serio. Lo pensó en una escena. Pero con él todo es competencia. Es es lo que lo motiva: quién esta ganando. Y en esa película venía bien”, intentó desdramatizar Streep en una entrevista con Los Ángeles Times.

Hoffman y Streep lograron dos actuaciones inolvidables. Dustin reconocería que para esa época ya no era “el feo de la narizota que hacía todo lo posible por parecer guapo”. Sí contaría muchos años después que entre 1979 y 1982 vivió una de las peores épocas de su vida porque su madre estaba muriéndose, su agente había muerto, él se estaba separando de su esposa y, como su personaje en Kramer, no tenía idea de cómo relacionarse con sus hijos. “Mientras la filmaba yo realmente me estaba divorciando y mis propios chicos me necesitaban. Yo sentía como una obligación estar con ellos. Sin embargo cuando trabajaba con Justin, mi hijo en la ficción, me sentí más íntimamente unido a él que a mis propios hijos. Y eso probablemente sea porque... los hombres somos... unos cobardes”, reflexionaría-

El rodaje por fin terminó. La película que costó 8 millones de dólares recaudó 100 millones. Fue nominada a nueve premios Oscar. Kramer vs. Kramer fue la que ganó como mejor película, mejor guion, mejor actor y, obviamente, mejor actriz de reparto. Dustin y Meryl nunca más volvieron a filmar juntos.

Solo una vez Hoffman realizó un esbozo de autocrítica por su comportamiento. “Proyecté en Meryl lo que en realidad sentía por Anne Byrne, mi esposa, y de la que me estaba divorciando en ese momento. Fue la primera película donde representé lo que vivía”.

Por su papel de Joana, Meryl ganó su primer Oscar. Ella misma contó que en un momento de la ceremonia y, ya con la estatuilla en su mano, fue al baño. Al rato una persona advirtió: “Alguien abandonó un Oscar aquí”. Era la actriz, que se lo había olvidado en el piso del baño. 

Para muchos fue un gesto distraído, para otros uno que demuestra que los premios no le interesan tanto como contar buenas historias. Pero quizás un psicoanalista diría que al olvidar la estatuilla, lo que ella realmente quería olvidar era la filmación. 

Queda a criterio del lector elegir la opción que mejor le parece.


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