94: POR ESTA CALLE ME VOY/ PORLA OTRA ME DOY LA VUELTA/ LA MUJER QUE A MI ME QUIERA/ DEJEME SU PUERTA ABIERTA

Puedo confesar en silencio pero incontrastablemente, que desde joven me gusto experimentar lo desconocido por ello no era raro encontrarme en los lugares insospechados por todos aquellos que creían conocerme pero que en realidad de ningún modo me conocieron.

También hubo algunas que dijeron cosas de mi como que era un incomprendido pero que ellas llegaron al vórtice del entendimiento y comprendieron el por qué yo siempre andaba buscando como queriendo encontrar lo que sabía que jamás encontraría hasta el momento que me tope con ellas (eso es lo que ellas decían y también creían), pero, en la forma que reaccionaron creo que ellas también desechaban lo que yo quería conocer y por eso algunas se ofendieron, otras quedaron boquiabiertas y algunas simplemente se alegraron.

Todas ellas decían que era un diamante en bruto. También decían que el tiempo y la vida harían de mi otro tipo diferente y más apetitoso. Nunca les creí lo del diamante y me molesto lo de bruto. Es que hablando sinceramente algunas mujeres dicen con la boca una cosa y al mismo tiempo con los ojos lo contrario.

Al comienzo estaba en el caletre del asuntechi y luego me perdí en palabrerías de lo que ellas proyectaron hacer de mi y eso lo hice cuando recordé lo que Gustavo, me dijo: «Todas se parecen, todas son iguales; al cabo de un tiempo querían meterse en la cabeza de uno, indagar sus más recónditos pensamiento, saberlo todo» y debe ser verdad ya que Gustavo, tiene la libreta azul que alcanza todos los sabores del espectro vaginal, nos referimos ecuménicamente a sus acaecimientos donjuanescos.

Si sigo mudando de razonarme, nunca podré llegar al pleonasmo que acometo y eso sería una lástima pues ustedes se quedarían con las ganas y yo con el lápiz parado.

Existen tres clases de caprichos, para aquellas que no conocen mucho de esto les sugiero observar cuando un bebé desea hacer alguna cosa y su madre trata de evitarlo. Usted observará que ambas ponen énfasis en sus acciones y sólo es la madre la que habla tratando de convencerla dialécticamente que haga lo contrario.

Usted como observadora que está clavada tratando de descubrir quién es la más caprichosa y se da cuenta que es la madre, le sigue la bebé y termina en usted. Acabo de enseñarles las tres clases de caprichos.

Uno puede encapricharse de alguien y conseguir lo que se propone o fracasar en el intento o abandonarla si en ese momento aparece otra cosa más interesante, eso es un capricho…el de irse tras lo novedoso.

Cuando uno se encapricha actúa de acuerdo a las circunstancias, los cerebrotonicos actúan como usted, en cambio los biserotonicos como la madre y los somatotonicos como la bebé.

Pero en un ámbito más proclive a la naturaleza humana –el amor- se puede decir que al principio actúan como usted, para conseguirlo como la bebé y para que no la abandone como la madre.

Pero una vez saciado el caprichito, es natural una retrospectiva y a buscar otro capricho.

Y así la vida transcurre inmisericorde de capricho en capricho o dicho en lenguaje más idóneo de amor eterno a otro amor eterno y así sucesivamente hasta que surjan las patas de gallo en ese momento acaba la etapa de encapricharse y se agarran con patas y todo al primer cojonudo que se cruza en su cruzada de salvar el último año en su ciclo biológico.