Dentro de la socio-economía-conyugal dicen los expertos que saben meter la cabeza en el interior de los matriquis y salir de ellas como si nada, qué las verbigracias aprendidas nos dan pautas de que en ese ámbito ellos están volviendo a la época antiquísima donde no se entendía él porque la gente actuaba así.
Acotan que ellos designan como matrimonios al junte de una fémina con un copuchento con el fin de darle gusto al vientre y al bajo vientre y si por descuido aparece un copuchentito al mal tiempo le ponen buena cara.
En unos, es el copuchento el que sufraga todos los gastos del matriqui y que las féminas son de esa espartana clase de mujeres que dicen que es el hombre el que debe trabajar, ganar dinero y ellas actúan de ecónomas para el éxito del negocio matrimonial.
En otras, sumamente parecido al anterior en el modus operandi hasta la última letra, con la única diferencia que ellas trabajan y de su dinerito ganado sólo ellas lo utilizan sin la intromisión del copuchento. Ellas se basan en el lema: “es mi dinero y hago con él lo que me plazca”
Existe una tercera, en la cual, ambos trabajan y comparten en un 50% cada uno, en los gastos propios del matriqui, ese 50% es incluido hasta en el más insignificante gasto. Según los expertos en curiosear, son pocas las que lo practican, pareciéndoles raro a ellos ya que muchas féminas izan las banderas del feminismo y las arrían en el momento de pagar.
Finalmente existe una cuarta, en la cual la fémina es la que carga con todos los gastos porque al copuchento lo largaron de su pega, ya que el patronazgo cuando se encuentra ante una crisis la soluciona despidiendo a troche y moche a sus esclavos sin fijarse que algunos son casados y con mujer exigente y gastadora. En estos matriqui, el copuchento, dadas las circunstancias termina de empleado del hogar sin sueldo y con sexo sujeto a su desempeño laboral.
Concluyen los expertos su análisis de la crisis matrimonial perplejos de que a pesar que las féminas enarbolan los lemas y consignas del feminismo, pero al momento de ponerse a la par de su pareja adoptan la pose del sexo débil cuando se trata de pagar las cuentas, visitar a los suegros, tener sexo oral y anal y en fin una serie de sutilezas que no vienen al caso, `pero que a la larga se transforman en grandes temas de discusion y terminan en divorcio cuando el copuchento no gana lo suficiente que las feministas quisieran que ganen sus esposos.
Para mí que te has pasado tres o cuatro pueblos, pero debe ser que como me duele la espalda no le he cogido el tono.
ResponderEliminarUn saludo
Ahora mismo estoy viendo en que me parezco a cada fémina que dices pero no encuentro ninguna con la que me identifique jeje.
ResponderEliminarBeso.
si pues. la vida no es como la pintan las series de televisiòn.
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