Supongamos que un copuchento decide hablar con franqueza franciscana con su peor es nada y confesarle que está convencido unilateralmente que cree que el amor ya no anida en su válvula sanguínea especialmente cuando piensa en ella y mas que oír un tic tac lo único que se escucha es un glu glu, pero en cambio cuando ve a la vecina del apartamento ciento treinta y cinco lo siente galopar como un dromedario en celo.
Ante un hecho parabólicamente único dentro de la dialéctica racional una fémina solo puede reaccionar de una de estas maneras:
a. Lo felicita por su franqueza, pero le advierte que la vecina del apartamento ciento treinta y cinco es la amante del tipo del doscientos cuarenta y uno. Qué le agradan los perfumes caros, las joyas engarzadas y las plantas exóticas.
b. Se irrita, lo increpa, lo sopapea y le exige abandonar ipso facto el refrigerador.
c. Se ríe de él y lo tacha de menso y lo denigra diciéndole que ella es la que escucha que su corazón hace aguas fuera de la bacinica y que ya esperaba algo parecido pero no tan cómico.
d. Sonríe beatíficamente y le recuerda que es mecánico y no medico y por lo tanto no sabe nada de corazones y más bien es experto en caja de cambio y bombas de succión.
e. Llora con lamentos entre hipos arrugando una servilleta contra su rostro mientras lo mira con ojos cuajados de esmeraldas cristalinas que se deslizan por sus níveos pómulos marcando caminos serpenteantes que terminan en su bien delineado mentón.
Dadas estas posibles reacciones que pueda tener su pareja, me parece que lo recomendable es permanecer con la boca cerrada. Este consejo es valedero para ambos géneros.
La opción B es la más "típica" ¿no?.... Mejor el silencio.
ResponderEliminarun abrazo
Jejeje pues no sé cual opción es la mejor, lo voy a pensar.
ResponderEliminarBesos.
¿Y qué tal si en vez de callarse comienza a conversar más francamente con sí mismo? Tal vez deba asumir que su pareja ya no le despierta sus ganas de ser hombre (no sólo en lo sexual, también en ser galante, ofrecer protección, etc.) y deba retirarse dolorosa pero valientemente. Lo que sí, que exima a la dama que tiene al lado de la crueldad de confesarle qué deseos tiene por fuera de su relación y, lo que es peor aún, con quién.
ResponderEliminarSalga de donde no le gusta estar, no haga idioteces ni lastime a nadie… sea hombre.
D.
Daniel Os aplausos tambores y una diana para ud!!!
ResponderEliminarme gusto chido por tu blog!!
saludos
te falta la opción, ok pibe pues tú a lo tuyo y yo a lo mio, a mi me pasa lo mismo con el vecino del quinto, pero creo que es sólo deseo nomás, o vos lo quiero.
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