sábado, 7 de noviembre de 2015

582: COMO SABER SI ELLA TIENE GANAS

Tener relaciones sexuales es difícil, siempre. Muchos de ustedes se han dicho asimismo al emparejarse: “¡Por fin voy a tener sexo cuando yo quiera!” ¡Ustedes se mintieron asimismo! Eso de las relaciones sexuales estables es una leyenda. De esta forma rocambolesca nuestro mentor Gustavo nos blableó un coloquio dadivoso para que sepamos cuando se puede enchufar y cuando no queda más remedio que hacerlo manualmente.

Es difícil que se dé que ella tenga ganas y que tú tengas ganas, y que cuando tú tengas ganas, ella sepa que tú tienes ganas y tú sepas que ella tiene ganas…
Yo, por necesidad más que nada, me he convertido en un experto en interpretar este tipo de señales. Veréis: si estás en el sofá y cuando va a acostarse te dice: – Me voy a la cama, no tardes. Eso quiere decir: “Me voy a acostar sin bragas”. Pero si ella se acuesta y te dice: – Yo me voy a la cama, cuando vengas haz el favor de no hacer ruido. Amigo mío… coge una revista y sedúcete a ti mismo.

Hay palabras mágicas que ella suele utilizar para dejar claras sus intenciones. Por ejemplo, la palabra “siesta”. Si ella después de comer te dice: – ¿Nos echamos la siesta? Está claro: “sí está”.

Hay que estar muy atento a cómo se viste cuando se acuesta. Si se coloca los calcetines y el pijama con pelotillas te está diciendo que no quiere saber nada de tus pelotillas…

Yo creo que, con esto del sexo, las personas funcionamos un poco como los teléfonos móviles: que se supone que sirven para que estemos comunicados siempre, pero a veces tú lanzas un mensaje y ella no está operativa; otras te lo lanza ella a ti, y resulta que tú estás comunicando.

Si un día anodino, como por ejemplo el martes, tu chica sin venir a cuento te pregunta por Messi:
– Oye, ¿y cómo va lo de Messi?
Está claro… ¡¡¡Quiere… que le introduzcas el PIN!!!

Hay otras señales más sutiles. Hay que estar muy atento a cómo te llama cuando llegas a casa. Si entras por la puerta y escuchas tu nombre tres octavas más agudas de lo normal (En vez de oír: “Hola Fidel”, oyes: “¡Hola Fideeeeel!”), prepárate. Va a estallar el obús. Te va a hacer como en el anuncio de Oreo: “¡Otro…! ¡Otro…! ¡Otro más…!” Lo malo, cuando te pasa esto, es que tú, al segundo, te quedas sin batería.

Si cuando se está arreglando para salir te dice: “¿Me ayudas a subirme la cremallera?”, en realidad te está diciendo: “¿Cuándo volvamos… también me la bajarás?”. Es decir, ella está a tope de cobertura. Pero atención, porque el momento de subirle la cremallera es muy delicado. Si la pellizcas sin querer, se acabó lo que se daba. Se dará la vuelta y te dirá: “¿Qué piensas? ¿Qué estás cerrando una maleta? ¡Serás bestia!”. Y conectará el buzón de voz. Ya puedes llamar, ya…

La postura que ella coge cuando se mete en la cama es otra forma de saber si está operativa o no está operativa. Si se mete en la cama y se enrolla como una oruga… no te esfuerces, tiene el terminal apagado. Pero si por el contrario, se tira boca abajo y mueve el culete como el pato Donald al andar… ¡Atención, tienes una llamada en espera!

En cualquier caso, con móvil o sin él, el momento clave sin duda es el sábado. Porque el sábado por la noche tú sabes que toca. Y con esa ilusión te metes en la cama. Pero puede pasar que, de repente, apague la luz y diga:
– Buenas noches.
– ¿Cómo que buenas noches? ¡Pero si es sábado!
Te dan ganas de levantarte a por el calendario y decirle: “Mira… Mira… ¡Mañana domingo!”. Vecino, por favor… Yo creo que, como hay mucha despistada por ahí, deberían decirlo en las noticias: “Y terminamos recordándoles que hoy es sábado… Mañana domingo”.
Sin embargo en vez de ir a por el calendario, lo que hacemos la mayoría es poner en marcha la operación gusano: acercarnos a ella reptando por la cama, como sin querer, hasta que nos acoplamos. La abrazamos y empiezas a tontear con la mano, que si le acaricias la cadera, que si ahora la barriguita… y empiezas a subir y a subir, a ver si ella reacciona. Y sí que reacciona, sí. De pronto te coge la mano y te dice:
– ¡Qué bien estamos así! Yo no necesito nada más.
Y te quedas con las ganas. Esperando la próxima señal. Habrá que tener… el pirulí listo.

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