Arturo Ripstein vuelve a la esencia de sus mejores trabajos con sus
personajes habituales, en este particular caso, Emilia, un intenso perfil
femenino, el retrato de una mujer que se desgarra las entrañas en aras de una
pasión, una mujer obsesa que sufre intensamente el abandono y el desamor, y que
refiere irremisiblemente a las mujeres ripstenianas que le preceden, la Coral
de Profundo Carmesí (1996), la Lucha Reyes de La reina de la noche (1994), y con enormes
paralelismos a la Julia de Así es la vida (2000), en una
versión libre, inspirada en Madame Bovary, de Gustave Flaubert.
Se
trata de un melodrama, en el mejor sentido del melodrama clásico mexicano, en
torno a una hembra desquiciada a causa de una pasión sexual que se extingue en
el macho que tiene por amante, una mujer cautiva de sus propias pulsiones
sexuales, obsesionada por un deseo con un hombre que no es su marido, a quien
finalmente ella no le importa.
Si
la Emma Bovary de Flauvert era una mujer infiel, en una época en que la
infidelidad era el principal motivo de escándalo y pecado, en el siglo XXI,
cuando de tan cotidiano, el engaño y la infidelidad pierden sus dimensiones y
ya no constituyen en modo alguno motivos de lapidación social para las mujeres,
la Bovary mexicana no está enferma de culpa ni de pecado, sino de frustración.
Y no sólo eso, la historia va más allá del deseo sexual insatisfecho y apunta
sobre la vaciedad, sobre la carga que constituye una vida que no se desea, un
descenso a los infiernos de la protagonista, consumida por una voraz atracción sexual
hacia un hombre al que ahoga, a quien asfixia, en una espiral de degradación
interminable, al grado de lamer con fruición las sabanas de la cama en donde
yacieron como amantes, en un intento febril de atraparlo, de sentirlo, de
tenerlo, aun cuando sólo sea a través de los objetos que el amante ha tocado.
Se trata de un ama de casa sin vocación, una mujer para quien la maternidad no
significa la realización, para quien la hija constituye un lastre que hay que
aguantar, con un marido fracasado, conformista, la sombra de un hombre. Una
mujer que no se identifica con lo socialmente atribuible a las mujeres.
La
hija, la amiga, la portera, el marido, el vecino constituirán los distintos
espejos ante quienes Emilia enfrentará su propia locura, su soledad, su falta
de pertenencia. La relación entre Emilia y su marido Javier dimensiona vidas
fuera de toda proporción, mientras para ella significa “haberse jodido” al
elegirlo como pareja, para él representa una realidad de la que no tiene
sentido escapar, pues, ¿a dónde ir? La pasiva y tibia relación, aparentemente
vacua hasta entonces, se reconstruye en el encuentro del marido con el amante,
una extraña ilusión-realidad que difiere abismalmente de la tradicional
relación que pudiera haber entre un marido engañado y el amante de su mujer,
sus propias razones tienen para reconocerse.
Las
actitudes negadoras, que van desde los estribillos infantiles que la
enloquecida mujer recita y grita hasta la patológica incontinencia urinaria,
son preludios de lo que se avecina, un desenlace previsible, porque no existe
otra salida. Como el personaje de la novela original, la Emma Bovary de este
drama mexicano se suicida, en un acto similar a su vida, semejante a su
adulterio, a su fracaso, absolutamente carente de sentido, ni siquiera en la
muerte encuentra la tan anhelada grandeza.
Al igual que en La reina de la noche,
con la ausencia propiciada por la inminente muerte, el espacio se aclara, se
ordena, en una suerte de redención, y la cámara permanece en la estancia vacía
como único testigo, inclinándose sobre la sabana-mortaja, muda evidencia de la
desgracia humana. Sin duda, uno de los mejores trabajos de Ripstein.
Madame Bovary y su prima hermana La Regenta, me me gustan mucho.
ResponderEliminarEsta recomendación de Ripstein no la dejo en saco roto.
Una gran entrada, Desamor.
Besos
Arturo Ripstein!!!! lo adoro aunque siempre es muy crudo para contar historias tanto que rayan en lo aburdo y lo fatal pasando por el ridiculo...
ResponderEliminarhace reir a mas de uno en medio de la sala de cine pero cuando justamente está pasando una desgracia y es una emocion que he experimentado mas de una ocasion y no la cmprendo...
Gracias por tu recomendación, amigo Chaly.
ResponderEliminarUn beso grande y FELIZ 2017.
Gracias por tu recomendación, amigo Chaly.
ResponderEliminarUn beso grande y FELIZ 2017.
Una entrada muy interesante. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarA veces solo resta decirte
ResponderEliminargracias
besos
No vi nada de lo que mencionaste, así que voy a tener a todas en cuenta.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por esta recomendación. No caerá en saco roto. Buena entrada. Muy bien escrita. Me apasionan estas mujeres, la Bobary, la Anna Karenina y las mencionadas aquí. Yo las incluiría a todas en una única obra de teatro y las pondría a dialogar. Saludos, Chaly.
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