Y de pronto levantas la mirada y
ves que ella esta deslumbrada por él.
Te sientes herido y te duele y en
vez de levantarte y tomarla del brazo y llevarla a la casa, te detienes y
observas con más detenimiento al sujeto objeto de tu bronca y lo que ves te
asusta. Él es completamente diferente a ti.
Su cara es una gran sonrisa, los
ojos le brillan con alegría, tiene gracia para contar los chistes, también te
das cuenta que no solo ella lo admira, si no que varias esposas están encandiladas,
con ese hombre.
Entonces comienzas a sopesar los
pros y los contra y el resultado te alarma.
Y estas, seguro que si él la
quiere llevar a la cama, ella se va con él.
Y sonríes, te causa gracia ese
pensamiento y el corazón se te estruja.
Y ahora diriges tu mirada hacia
ella, la miras con un detenimiento que no habías hecho muchos años y la ves tal
cual es y te sorprendes al darte cuenta que ella no es como la pensabas, que es
diferente y que los años también han pasado y sonríes con tristeza.
Te repantigas en el sofá,
enciendes un cigarrillo y comienzas a mirar a los otros esposos, te divierte
ver ceños fruncidos, dientes apretados y sonrisas fingidas y te dan ganas de
echar una carcajada al pensar que tú posiblemente también pusiste así la cara.
En ese momento como si te entendiese el galán te mira y tú levantas tu copa en
un brindis de amistad.
Tanto reconocimiento e indiferencia es el principio de un final y el inicio de una gran amistad...
ResponderEliminarBesos
Ahora entiendo esa admiración por Gustavo...! ;)
ResponderEliminarBesos Chaly
Si algunos brindis de amistad matasen...
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gustó mucho cómo describiste lo que ibas pensando.
ResponderEliminarLos galanes suelen ser esos tipos de hombres irresistibles. Ellos lo saben y nosotras tambien. Gustavo, al perecer, es uno de ellos.
ResponderEliminarBesitos ;)