miércoles, 29 de noviembre de 2017

0102: y así conocí a Gustavo

Y de pronto levantas la mirada y ves que ella esta deslumbrada por él.
Te sientes herido y te duele y en vez de levantarte y tomarla del brazo y llevarla a la casa, te detienes y observas con más detenimiento al sujeto objeto de tu bronca y lo que ves te asusta. Él es completamente diferente a ti.
Su cara es una gran sonrisa, los ojos le brillan con alegría, tiene gracia para contar los chistes, también te das cuenta que no solo ella lo admira, si no que varias esposas están encandiladas, con ese hombre.
Entonces comienzas a sopesar los pros y los contra y el resultado te alarma.
Y estas, seguro que si él la quiere llevar a la cama, ella se va con él.
Y sonríes, te causa gracia ese pensamiento y el corazón se te estruja.
Y ahora diriges tu mirada hacia ella, la miras con un detenimiento que no habías hecho muchos años y la ves tal cual es y te sorprendes al darte cuenta que ella no es como la pensabas, que es diferente y que los años también han pasado y sonríes con tristeza.
Te repantigas en el sofá, enciendes un cigarrillo y comienzas a mirar a los otros esposos, te divierte ver ceños fruncidos, dientes apretados y sonrisas fingidas y te dan ganas de echar una carcajada al pensar que tú posiblemente también pusiste así la cara. En ese momento como si te entendiese el galán te mira y tú levantas tu copa en un brindis de amistad.

5 comentarios:

  1. Tanto reconocimiento e indiferencia es el principio de un final y el inicio de una gran amistad...

    Besos

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  2. Ahora entiendo esa admiración por Gustavo...! ;)

    Besos Chaly

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  3. Si algunos brindis de amistad matasen...
    Un abrazo.

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  4. Me gustó mucho cómo describiste lo que ibas pensando.

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  5. Los galanes suelen ser esos tipos de hombres irresistibles. Ellos lo saben y nosotras tambien. Gustavo, al perecer, es uno de ellos.

    Besitos ;)

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