Algunos sostienen que el sexo es
bueno para nosotros, otros afirman que nos hace daño.
Si comparamos ambos puntos de
vista, debemos llegar a la conclusión de que es beneficioso. De hecho, sus
efectos medicinales se parecen íntimamente a los del ginseng y el acónito, dos
sustancias con las cuales puede intercambiarse. Pero aquí debemos hacer una
matización. Aunque potentes tónicos, el ginseng y el acónito sólo deberían
tomarse en pequeñas dosis y durante largos períodos.
En otras palabras, deberían
tratarse como medicina, no como alimento. Cuando se las toma
indiscriminadamente, sin considerar la dosis ni la frecuencia, pueden resultar
fatales.
Pues bien, el sexo tiene
exactamente las mismas ventajas y desventajas. El uso a la larga da por
resultado el refuerzo mutuo del yin y del yang, en tanto que un uso excesivo
pone en conflicto a los elementos agua y fuego. Utilizado como medicina, el
sexo nos alivia de la emoción contenida; pero, utilizado como alimento,
disminuye nuestro semen y nuestra sangre. Si la gente supiera utilizarlo como una
medicina, lo abordaría con cierto grado de desapego, paladeándolo, pero sin
llegar a la adicción. Antes de aventurarse en el sexo, la gente reflexionaría: Es una medicina, no un alimento. ¿Por qué
aficionarse tanto? Si hicieran esto, su yang no sería demasiado exuberante
ni su yin demasiado deprimido. Nadie moriría prematuramente y, más aún, ninguna
muchacha quedaría sin marido y ningún hombre sin esposa.
Pero hay que considerar otra cuestión.
Las propiedades del sexo como medicina son las mismas que las del ginseng y el
acónito en todos los sentidos salvo en la localización en que ocurre y el
criterio mediante el cual se lo selecciona; en estos dos sentidos hay características
opuestas en las que deberían instruirse los usuarios.
En el caso del ginseng y el
acónito, la variedad genuino es la superior, mientras el producto local no
produce beneficios, en tanto que en la actividad sexual la variedad local es
superior y la genuina no sólo no produce beneficios sino que incluso puede
hacer daño.
¿Qué quiero decir con producto local
y variedad genuina?
La expresión producto local se
refiere a las mujeres que ya posees, tus propias esposas y concubinas; no
necesitas buscar más allá ni gastar tu dinero; limítate a coger lo que tienes
al alcance de la mano. Nadie te detendrá; no importa cómo decidas dormir: no
hay motivo de alarma, llame quien llame a tu puerta. El sexo, en esas circunstancias,
no perjudica tus energías vitales, incluso beneficia tu altar ancestral. Si un
solo encuentro da por resultado tal armonía física, sin duda estaremos de
acuerdo en que el sexo nos hace bien.
La variedad genuina se refiere al
aspecto de encandilamiento y fascinación que sólo se encuentra en el tocador de
las casas de los ricos. Así como la suave ave de corral carece del refrescante
resabio del ave de caza, el aspecto desmejorado de nuestras esposas no puede
compararse con la juventud y el embeleso de estas avecillas de tocador. Cuando
pones los ojos en una muchacha de esta clase, sueñas con ella; te esfuerzas por
ganarla a toda costa; haces avances, a los que siguen regalos; escalas muros
para citas secretas o gateas por túneles para declarar tu pasión. Pero, por envalentonado
que estés por la lascivia, seguirás aterrado como un ratón; aunque nadie te haya
visto, siempre creerás que llega alguien; sudarás más por miedo que por amor, y
el semen rezumará por todos tus poros. El deseo de amor excede al espíritu
heroico; cuando te encuentren cometiendo adulterio, perderás la barba y las
cejas. Una zambullida en el abismo acabará en espantoso desastre. En el otro
mundo habrás destruido tu crédito moral; en este habrás quebrantado la ley y
serás condenado a muerte.
Como no quedará nadie para pagar
tu delito, tu esposa tendrá que seguir viviendo y desarrollar sus propios
deseos, comprometiéndose en una conducta impúdica y produciendo todo tipo de
daño: una tragedia insoportable.
En el caso del sexo es obvio que por ningún motivo
debe sacrificarse lo cercano por lo lejano, lo basto por lo delicado, ni
desdeñar lo común para buscar lo raro.
Esto va dirigido al sexo masculino...
ResponderEliminarComo medicina está bien, pero esto es cosa de dos, no?
Tampoco veo que llegue a ser prescripción facultativa.
Pero siempre mejor con la propia, eso siempre.
Y la ironía también siempre, que es también medicinal, jajajaja
Besos, Chaly
No se me había ocurrido pensar que al sexo había que dejarle un hueco en el botiquín, junto a la sal de frutas y las aspirinas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto es casi una tesis doctoral ¡qué bárbaro!
ResponderEliminarLeerte es un puro aprendisaje.
ResponderEliminar:) Besitos
No sé qué pensar de este texto¿quién lo ha escrito?, ¿Gustavo el Chamán?
ResponderEliminarO sea, que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. No sé yo....
Besos, Chaly.
Sí.
ResponderEliminarUn consejo prudente...
Besos.