Habían pasado cinco años, y algunos
meses desde la última vez que la vi. Su rostro, apenas había cambiado. Las canas
tampoco habían prosperado mucho, su pelo seguía siendo mayoritariamente negro.
Estaba bastante delgada y eso la hacía todavía más alta y desgarbada, ésa era
una de las cosas que más me habían gustado siempre de ella.
Le sentaban bien los años.
Mientras el Decano presentaba a
los asistentes con una lentitud exasperante, ella encendió un cigarrillo y echó
una ojeada a la sala. Miraba en todas las direcciones con excepción de la mía.
No me atrevía a mirarle de frente,
pero detecté que se había quedado quieta. Me miraba fijamente, con los ojos
semi entornados, una expresión extraña. Luego me sonrió y solamente después
movió los labios en silencio, dos sílabas, como si pronunciara mi nombre.
Se ve que quien lo cuenta tampoco había cambiado demasiado. Por lo menos estaba reconocible.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué lindo!
ResponderEliminarEsto suena a comienzo
ResponderEliminarBesos dominicales Chaly :)
Qué bonito. Me encanta la última frase.
ResponderEliminarLos encuentros solo tienen valor cuando nadie los provoca sino que, simplemente, suceden...
ResponderEliminarSaludo,
J.
Ohhh!!!
ResponderEliminarAlgo tan bonito y por poco me lo pierdo...
Besos