Entonces, como suele suceder, desfilan
ante sus ojos algunas imágenes de su vida. No era posible que él que tanto la
había deseado en otros tiempos, le hubiera sido infiel. No era posible (aunque
sí comprensible y hasta histórico) que la infidelidad se hubiera realizado
sobre el cuerpo impecable de una muchacha.
No era posible que aquello, tan común
que parecía constituir las ajenas tramas maritales, le estuviera ocurriendo a
ella al cabo de cinco años de fidelidad recíproca. Aunque, para qué engañarse,
a esas alturas podía poner en duda incluso la histórica fidelidad de él.
Siempre había deseado irse a la cama con otro u otra. Pero había guardado su
fidelidad como una limpia carta de triunfo para el día (el día que no llegaría
nunca, había pensado) en que a él se le ocurriera engañarla, proceder ella a
fornicar con terceras, cuartas y quintas personas, como en los viejos tiempos.
Justicieramente, haciéndole el amor al prójimo y la guerra a su marido.
Pagándole con la misma moneda aplacaría el resentimiento y eludiría el lugar
común del divorcio. Por tanto no, no, y no era posible que ella, pelirroja
hasta el pubis, fuera relegada por su marido para acostarse con otra. Sobre
todo porque acababa de saber que estaba embarazada. ¿Acaso valía la pena
preguntarse si aquel embarazo inesperado no había sido una tentativa
inconsciente de retener a su marido por los siglos de los siglos? Dios mío, susurra. Y enseguida piensa
con una sonrisa deshilachada: Quién dice
que todo está perdido, aún puedo ofrecer mí… Entonces deja la idea colgando
del techo, se ducha (raspando meticulosamente cada peca adherida a su piel,
para que brillen más), se cubre con un vestido justo para disimular lo que
considera la perfección de su anatomía (omitiendo, desde luego, toda ropa
interior), se alisa el cabello añorando por vez primera la magia de las lacas
(desde hace años elude rigurosamente al peluquero) y escapa hacia la noche de
la ciudad pensando que el corazón es un cazador solitario.
Por una parte, me parece una tontería acostarse con alguien a quien no amas y de una manera que seguramente no vas a disfrutar; pero... a él le está muy bien.
ResponderEliminarMuchos besos.