Crecer es aprender a decir adiós…
Pero un adiós contundente. Un punto y final. Un “me despido porque me sobran los motivos y no volveré más”.
No un hasta luego, o hasta que la vida nos separe de manera irremediable. No.
Eso nos obliga a hurgar en la herida, a hacernos sangrar, a perder fuerzas.
Cuando creces, sin embargo, es inevitable decir adiós a muchas cosas. A personas, a situaciones, a lugares… Mejor dicho, empiezas a crecer cuando dices adiós.
Eso sí, en cuanto que eres capaz de DESLIGARTE de algo que te ha aprisionado durante mucho tiempo, consigues una CLARIDAD MENTAL que nunca antes habías tenido.
Cuando maduras te das cuenta de que la misma razón por la que te obligas a poner “toda la carne en el asador”, deberías de obligarte a dejar algo en el congelador. Es decir, que deberías reservarte algo siempre; un 5%, no hace falta más.
Guárdate un rincón para ti, para reflexionar sobre el mundo, sobre tus relaciones y sobre ti mismo. Porque si dedicas el 100% de tu existencia a los demás, acabarás sintiéndote vacío, insensible y desconcertado.
Cuando consigas decir adiós a alguien o a algo, no te permitas retroceder y pon en práctica esa capacidad que has adquirido para analizar la vida. Lo útil de lo inútil, lo que enriquece de lo que desgasta.
AFERRARNOS Y NO SOLTAR NOS DESNUDA Y NOS MALTRATA. Los “hasta luego” nos llenan de frío intenso o de calor abrasador, nos obligan a vivir prolongando una agonía que nos deteriora hasta límites insospechados y que nos impide ser nosotros mismos.
NO ATREVERSE A DECIR ADIÓS ES DEJARLE LA PUERTA ABIERTA AL DOLOR, permitir que nuestro corazón agonice y dejar que nos suplique y se arrastre ante alguien que no quiere ver, ni oír ni sentir.
Aprender a decir adiós a quien no hizo nada para quedarse la única manera de alcanzar la libertad emocional. Sin embargo, debemos tener muy claro que este es un primer paso hacia un sendero que nunca más debemos de volver a recorrer.
Cultiva relaciones que te hagan crecer, que te alimenten, QUE NO TE CASTIGUEN y que te acompañen; en definitiva, cultiva aquello que te haga ser feliz y suelta lo que no te enriquece y que te hace daño.
Muy bueno, Chaly. Hay que saber cerrar y seguir camino.
ResponderEliminarBesos
Hoy no puedo decir nada más que, a sus pies, señor.
ResponderEliminarGenial lo de cultivar aquello que nos hace feliz y nos enriquece,porque asi evitaremos también ser nosotros los que castigan, los que hacen daño o aprisionan a otros (vaya,parece que sí podia decir algo más).
Besos
Ahora mismo le he dicho yo esa frase a una amiga.
ResponderEliminarLo dicho, eres un sabio. Consultorio sentimental, sexual y de crecimiento interior todo en uno.
ResponderEliminarBesos.
Sabiduría pura y de la vida, no de los libros.
ResponderEliminarGracias por recordarnos de soltar, algo que cuesta, pero es tan benéfico.
Besos, Chaly.
Mira parece que nos pusimos de acuerdo, es lo mismo que el té....verde!
ResponderEliminarMuy cierto Chaly, hay que aprender a soltar para dejar espacio para lo nuevo!
Besos =))))
decir adios... es tan dificil a veces
ResponderEliminarPasar página de verdad, con su ADIOS y con su NO HAY MÁS es demasiado complicado en muchas ocasiones y necesitamos un par de ensayos generales para saber como nos sentimos ante ese momento.
ResponderEliminarHay veces que resulta bien y no se vuelve y otras que no lo soportamos...
Besos!!!
He soltado todo lo tóxico.
ResponderEliminarAhora no hay nada a mi alrededor.
Interesante tu reflexión, ese crecer es aprender a decir adiós. Cierto conforme avanzamos en la vida vamos diciendo adiós a muchas cosas, personas, situaciones, algunas son un alivio, otras dolorosas, otras las que tocan y algunas un hasta luego.
ResponderEliminarCuesta al principio, pero luego, ay qué a gustito se queda una...
ResponderEliminarBss, Chaly.
Esta entrada es muy oportuna. Trato de crecer y no puedo. Sigo atado. Me diste un empujón.
ResponderEliminarSaludos.