Salió colorado y no hubo caso de que me contara qué había visto, aunque yo ya lo sospechaba. Por eso pedí meterme también y no me arrepiento, el espectáculo era increíble: la señorita Teresa, concentrada en los cortes y en las medidas, tenía abiertas sus piernas tanto como se lo permitía la amplia falda plisada que llevaba y que era de ésas que flamean. Pero no solo eso, esa piel y esas carnes suyas eran blancas con un toque de rosado y el calzón apenas le cubría lo que tenía que cubrirle, de hecho algunos vellos rubios se escapaban y yo lo único que quise fue meter allí mis manos, mi boca, mi cabeza completa. No entendía por qué, pero me habría quedado a vivir ahí para siempre y me habría sumergido entre sus piernas si es que esos compañeros más grandes no me jalan por los pies hacia atrás porque ya le correspondía el turno a otro.
Salí más colorado que mi amigo y quizá más contento, no puedo asegurarlo, pero corría eufórico por la sala que continuaba vacía con todos mis compañeros alrededor del pupitre de la señorita Teresa disputándose los turnos para gatear. Todos.
La Katy estuvo unos días sin hablarme y cuando pasaba junto a mí me llamaba “irrespetuoso”, aunque eso duró unos pocos días y me perdonó. Aclaro que yo no le pedí perdón ni nada de eso.
–Te perdono porque eres hombre y como hombre eres imperfecto –así me dijo nomás por cuenta propia.
Perversos, todos. Eso me pone negra. Pobre señorita.
ResponderEliminarBesos.
La Katy estaba loca de amor.
ResponderEliminarSaludos.
Pobre Katy...
ResponderEliminarEsto es un sueño,no? La profesora erotico festiva, la Katy perdona todo...ciencia ficción
Besos
Claro, los imperfectos siempre somos nosotros...
ResponderEliminarTe perdono porque eres hombre... vaya plan...
ResponderEliminarBesitos !!! :D
Haciéndose responsable de impartir todas las asignaturas.
ResponderEliminarUn abrazo.
La Kati, toda una sabia...
ResponderEliminarBesos, Chaly.