—¿Y se puede saber qué buscabas tú en la segunda fila de los estantes?
—Inspiración. Cosa que he encontrado.
—Pero de tipo culinario. Habíamos quedado en que ibas a escribir todos los días, con inspiración o sin.
—Estoy encallada. Y la culpa es suya, por tenerme pluriempleada y complicarme en sus intrigas con el intachable.
—¿Te parece bien burlarte del hombre que está perdidamente enamorado de ti?
—¿¡Qué!?
—Ya me has oído. Gustavo me ha confesado que le tienes robado el sueño. Literalmente. No duerme, no come, no bebe, ni orinar puede el pobre de tanto pensar en ti todo el día.
—Delira usted.
—El que delira es el pobre Gustavo. Tendrías que haberlo visto. He estado en un tris de pegarle un tiro para librarlo del dolor y la miseria que lo acongojan.
—Pero si no me hace ni caso.
—Porque no sabe cómo abrir su corazón y encontrar las palabras con que plasmar sus sentimientos. Los hombres somos así. Brutos y primarios.
—Pues bien que ha sabido encontrar las palabras para echarme una bronca por equivocarme al ordenar la colección de las Crónicas Potosinas. Menuda labia.
—No es lo mismo. Una cosa es el trámite administrativo y la otra el lenguaje de la pasión.
—Bobadas.
—No hay nada de bobo en el amor. Y, cambiando de tema, ¿vamos a cenar o no?
—¿Decía en serio eso de Gustavo?
Asentí sin levantar los ojos del plato.
—¿Y qué más le ha dicho de mí?
—Me ha dicho que tienes una belleza clásica, que eres inteligente, intensamente femenina, porque él es así de cursi, y que siente que hay una conexión espiritual entre vosotros.
—¿Y qué voy a hacer?
—No sé. ¿Qué hacen los enamorados? Ir de paseo, a bailar…
—Pero y o no estoy enamorada de ese señor. Todo esto es culpa suya. ¿Qué voy a hacer?
—Eso depende. ¿Te gusta Gustavo no?
—No lo sé. Para empezar, es un poco mayor para mí.
—Tiene prácticamente mi edad. Como mucho, uno o dos años más. Puede que tres.
—O cuatro o cinco.
—Está en la flor de la vida. Habíamos quedado en que te gustaban maduritos.
—No se ría.
—No soy y o quién para decirte lo que debes hacer…
—Ésa sí que es buena.
—Déjame acabar. Lo que quiero decir es que esto es algo entre él y tú. Si me pides mi consejo, yo te diría que le des una oportunidad. Nada más. Si uno de estos días él decide dar el primer paso y te invita, pongamos, a cenar, acepta la invitación. A lo mejor empiezan a hablar y acaban siendo grandes amigos, o a lo mejor no. Pero yo creo que él es un buen hombre, su interés en ti es genuino y me atrevería a decir que, si lo piensas un poco, en el fondo tú también sientes algo por él.
—Está usted cargado de manías.
—Pero él no. Y creo que no respetar el afecto y la admiración que siente por ti sería mezquino. Y tú no lo eres.
—Eso es chantaje sentimental.
—No, es la vida.
Me fulminó con la mirada. Le sonreí.
—Al menos haga el favor de terminarse la cena.
Apuré mi plato, lo rebañé con pan y dejé escapar un suspiro de satisfacción.
—¿Qué hay de postre?
Me faltaba verte hacer de Celestino, porque doy por sentado que tú eres la voz del consejero sentimental.
ResponderEliminarBesos.
Esto no será aquello de tengo un amigo que tiene un problema, y al final el amigo no existe...a ver si está usando al pobre Gustavo o más bien estaba tanteando si ella sentía algo por Gustavo, porque en realidad el interesado es él....ufffff que complejas estas cosas del amor,jajajajaj
ResponderEliminarMejor no aconsejar en temas sentimentales, puede uno acabar fatal ;)
Besos
Da la impresión de que el tipo se inventó eso para ver si la muchacha saldría con tipo de esas edad, y así puede dar el zarpazo. ¿Para qué mete tanta ficha, sino?
ResponderEliminarte leo y sonrio hoy besitos
ResponderEliminarGustavo enamorado, ¡qué tierno! Sí, que le dé una oportunidad la sobrina del boticario.
ResponderEliminarSi luego se ponen muy pesados te los cargas.
Qué había de postre?
ResponderEliminar...pdta: Hay lecturas que me hacen sonreír. =)
Sí, sí, si Gustavo no se decide... aquí estoy yo no? Saludos.
ResponderEliminarYo ya sé lo qué quiere de postre...
ResponderEliminarSaludos.
Me voy contenta a acostarme, jejejejeje
ResponderEliminarMe parece que Toro ha puesto el dedo en la llaga.
ResponderEliminarUn abrazo.
jajaja y todavía quiere postreeeeeeeeeeeeeeeeee! :P
ResponderEliminarbesos