Si la noticia que tienes que dar
es mala, es conveniente dar otra buena antes o después. Preferiblemente
después. Para compensar. El problema es que no abundan las buenas noticias.
Otro problema es que algunas
veces, cuando quieres darte cuenta, te has acercado demasiado a la mala
noticia. En realidad sólo existen dos
tipos de noticias: las que no le dirías a nadie y las que no puedes evitar
contar. De las primeras hay muy pocas, porque, si tienes una noticia, lo más
difícil del mundo es aguantarte y no contarla. Sobre todo si es mala.
Hasta hace muy poco yo me
consideraba inmune a las malas noticias. Igual que uno de esos apicultores que
ya no sienten nada cuando les pica una abeja. Pero no. Dar una mala noticia
puede doler tanto como escucharla. O aún más. Sin embargo, por alguna razón,
siempre terminas contándola.
Incluso una vez llegué a pensar
que la única mala noticia que alguien podía darme era que el mundo se había
quedado sin malas noticias que dar. Si eso llega a ocurrir algún día, quizá me
sienta como un verdugo que pierde su trabajo porque han abolido la pena de muerte.
Con los apicultores no tengo ni
idea de qué pasará, pero sí sé que la gente acaba dándoles la espalda a los
verdugos.
Ahora también sé que lo peor de
una mala noticia es que, cuanto más cercana a ti sea la persona a quien se la
tienes que dar, más fácil es que tú también acabes formando parte de ella. De
la mala noticia, quiero decir. No de la persona. O sea, que si cuentas una mala
noticia, al final lo pasas muy mal: la gente acaba creyendo que el recadero y
el recado son la misma cosa. ¿Por qué
tuviste que decírmelo?, te dirán.
El problema es que, si te callas
y no cuentas la mala noticia, lo puedes pasar peor todavía, porque luego la
gente se te echa encima al enterarse de que tú sabías más de lo que parecía. ¿Por qué no me lo dijiste?, te dirán.
Pero lo peor, sin duda, es cuando la gente se entera de que le has dado la mala
noticia a quien no debías. ¿Por qué se lo
dijiste?, te dirán.
Es muy difícil tomar una decisión
sobre este asunto.
Es verdad, es preferible no darla. Si no hay más remedio, porque el no darla puede afectar a la persona, lo mejor es no entrar en detalles y compensar con otra noticia más agradable.
ResponderEliminarBesos, Chaly.
No se sabe cómo acertar. Si das la mala noticia, igual te ponen a caldo, y si lo sabías y no la das, lo mismo te ponen a parir.
ResponderEliminarAbrazo Chaly.
Pues....a mi me parece que es fácil...te toca a ti dar la mala noticia? pues eso, ni modo, y si no te toca, a callarse, no??? en fin....
ResponderEliminarBesos
No sabe uno como acertar. Lo mejor es no enterarse.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad que con los años nos inmunizamos a ciertas noticias, o las noticias ya no son tan malas o nosotros estamos petrificados ya...
ResponderEliminarBesitos , pasa un buen día :)
gracias a dios no ando en eso
ResponderEliminarun abrazo grande
Salvo que haya otra alternativa, no hay que serbel portavoz de malas moticias.
ResponderEliminarSaludos.