Y fue Raúl que me hizo
lo que quiso ayudado por mi pensamiento, y para el cura confesor no importa que sea sólo
con el pensamiento, y no fue una vez, todas las noches prometo que no, que no
voy a pensar en él, pero se me escurre entre las sábanas con las manos grandes
de jardinero, me roza con los dedos manchados de nicotina y me llega a la carne
viva, que es peor que malos pensamientos: una mañana me voy a despertar con los
dedos de mis manos manchados de nicotina y manos grandes de jardinero una chica
de quince años con manos grandes de hombre, ese será el castigo de Dios. Y no
sabe la Virgen María la suerte que tuvo, la bendición de Dios le hizo tener un
hijo y quedar virgen para siempre, quedó limpia, mirando de frente a todos,
nadie le puede decir que fue una cualquiera, «tantas pretensiones y son unas
cualquieras» dijo mamá, y «no se necesita de un arrofaldado para que Dios se
acuerde de una pobre diabla que no hizo más que penar toda su vida» y mamá «la
Celia y la hermana eran dos buenas sinvergüenzas» ¿cómo puede estar segura mamá
de que eran malas? ya nada más que una, falta para confesarse y le digo a la
monja que estoy descompuesta, y me voy corriendo como si fuera a vomitar al
baño.
Los pensamientos son libres, no se les deberían poner tras las rejas ni recibir penitencia, el tiempo avanza, pero nosotros seguimos igual
ResponderEliminarUn abrazo, Chaly