La postura del perrito es de las
mejores, y no lo digo yo, las muchachonas del barrio lo dicen. Es una postura
en la que ambos dan rienda suelta a su lado más perruno. Si a estas latitudes
no sabes cuál es, te contamos en qué consiste: ella se pone a cuatro patas,
mientras el introduce en la vajilla su cucharilla pero desde atrás. Con esta
postura se logra una penetración profunda que estimula la letra G.
Aunque el
'modus operandi' parece que está claro, aún faltan muchos detalles que alisar. Un
largo etcétera de dudas que, debido a la falta de comunicación que hay entre él
y ella, se quedan sin solventar.
Hoy nos vamos a centrar en el
desconocimiento de ellos —los vecinos—, quienes muchas veces cogen de determinada
forma pensando que es lo mejor y, lamentablemente, la cagan. Ojo, que hay vecinas
que también la cagan, ¿eh? Pero el asuntechi va con ellos. Recogemos las cosas
que todo vecino debe saber si va a realizar esta faena.
1) Debe preguntar
El vecino debe averiguar si realmente
a ella le gustan los perros o si solo accede para seguirle la corriente. Esta
postura es como la pizza con anchoas: la amas o la odias. Si a ella le es
indiferente o no le gusta en exceso, prueba a otra.
2) Saber si ella es clitoriana
Si tú que lees esto no sabes qué
significa, estás jodido. El perrito permite muchas variaciones, entre las que
se encuentra la más importante: tocar el botón rojo mientras se mete la cucharilla algo necesario para un montón de
vecinas, que solo son capaces de llegar a buen puerto a través del cliqueo.
En el caso de que ella sea clitoriana, y no le estimules el icono, acabará por
aburrirse a los tres minutos del ejercicio.
3) El martilleo
Se debe ir fuerte e intenso, pero
cambiando de ritmos e intensidad.
4) Pillar un buen ritmo
A veces demasiado rápido es
malo, a veces demasiado lento es malo... ¿La solución? Tienes que preguntar, si
ella no te dice nada. Lo suyo es que te diga cuándo debes ir más rápido o más
lento.
5) Azotar o no azotar...
Desde aquí te decimos que, ante
la duda, prueba con un azotito flojo, y si ves que le gusta, dale con
ganas.
6) Desaprender
Realmente, necesitas
desaprender todo lo aprendido. A todos los vecinos se les debería clavar esto
en la mollera: lo que funciona con tu esposa
puede no funcionar con la nueva vecina.
Entre la vajilla, la cucharilla y el botón rojón me has hecho reír.
ResponderEliminarBesos
Una buena lección, sí :)
ResponderEliminarAquí, aprendiendo.
Un beso.
Jajaja eres las hostia. Mientras que la clitoriana no te muerda el rabo, que más dará; postura del perrito o del salto de la rana,jajaja.
ResponderEliminarAbrazo
En Yoga también hay una postura que se llama el perro.
ResponderEliminarJajaja, que buenos consejos, voy a mandar a mi marido a tu blog. Saludos
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