—Me parece que me va a dar el asma.
— Asómate a la ventana y respira hondo.
—Está lloviendo.
—Pues no te asomes.
—Es que me viene el asma.
—Para ir por ahí mamando del botellón no se te nota el asma.
—¿Mamar del botellón, yo?
Se había levantado el hombre y acercaba su cara a la de su mujer.
—¡Siempre me estás faltando! ¡Estoy hasta los huevos de que me faltes al respeto!
—Diese betrunken nicht hören
—¡Hablas en alemán para sacarme de quicio!
—Yo hablo en alemán cuando me da la gana.
—¿Es que tú te has creído que yo soy un pelotudo, como el marido de tu hermana o como la puta de tu prima?
La puta de su prima era Charo, pero Carlos no se sintió ofendido. Era una verdad objetiva.
—Señor Luis, tengamos la fiesta en paz. Descanse y no se lo tome así, que le perjudica.
Agradeció el hombre el socorro de Ernesto, se sentó en la silla y lentamente se iba hundiendo en la autocompasión hasta que se le saltaron las lágrimas.
—Si ella no me respeta, ¿cómo me van a respetar mis hijos?
—Aquí todo el mundo le respeta.
—Déjalo ya. Anda y toma las pastillas.
Le puso la mujer una cajita sobre la mesa y le acarició los cabellos al pasar hacia la cocina en busca de un vaso de agua. Cuando volvió también había lágrimas en los ojos y a Carlos le pareció obsceno contemplar como un mirón la representación de aquella tristeza acumulada, cotidiana, sin remedio. Tampoco Ernesto estaba a gusto, por lo que se levantó, dio alguna excusa de urgencias olvidadas y se llevó a Carlos, abandonando al matrimonio a su silencio instalado y dolorido.
—¿A usted qué le parece? ¿Son infelices o saben que han de parecer infelices?
Carlos se quedó desconcertado ante la reflexión del monstruo, en aquel rellano de una escalera que les devolvía el correlato de la vida.
—Saben que han de parecer infelices para hacerse perdonar su fracaso. Es muy interesante.
Ernesto era una mezcla de asistente social y de hijo de la gran puta.
Silencio instalado y dolorido, qué mal suena eso. Tampoco hay por qué hacerse perdonar nada, total, todos fracasamos unas cuántas veces a lo largo de la vida.
ResponderEliminar"Dieser Betrunkene" , Verzeihung ;) Also du kannst auch Deutsch??
ResponderEliminarNo creo en los fracasos en estos casos. Es la vida. Además, como dice palomazs, todos fracasamos un montón de veces. Ernesto ist ein echter Arschloch.
Bussis.
Al final todos fracasamos.
ResponderEliminarNo se salva nadie.
Saludos.
Solo que hay pequeños y grandes fracasos. Hay mucha diferencia.
ResponderEliminarCon los parámetros del mundo actual, la mayoría somos unos fracasados.
ResponderEliminarLo importante es cómo nos sentimos nosotros por dentro y a qué le damos importancia.
Wiederschauen Chaly!
Interesante la filosofía que se desprende de este relato.
ResponderEliminarLa felicidad a ratos se aburre, pero siempre termina brillando.
ResponderEliminarBesos
Me encantó eso de la verdad objetiva :)
Es la rutina la que acaba con la falta de respeto, y la confianza que da asco con el paso del tiempo.
ResponderEliminarLes pasa a muchos lo de elegir mal...
Besos, Chaly