miércoles, 28 de junio de 2017

994: el monstruo de cada día

La primera vez que abrazas a un monstruo lo sientes, retumba dentro de ti.
Los monstruos nunca te van a decir que lo son.
Los monstruos aparecen de la nada, donde menos te lo esperes. No se los ve venir nunca. Aparecen, se quedan para siempre, o se quedan para nunca. Son muy de atacar por sorpresa, cuando más indefenso estás, están deseando que acabes en sus brazos.
No tienen nada pensado, pero piensan en ti cuando llegan y cuando se van, sí, también se van, los monstruos también huyen.
Los monstruos duermen igual que cualquiera, a veces a tu lado, otras duelen en la distancia, como si quisieses abrazarlos toda la noche, son capaces de contarte los lunares, de verte llorar y reír contigo a carcajadas.
Los monstruos nunca se esconden debajo de la cama o dentro del armario, ellos son más de asustar atacando al sentir y a la razón, donde de verdad duele.
Los monstruos te reconstruyen después de cualquier batalla, te ponen en pie después de cualquier caída, pero cuando desaparecen pueden dejarte aún más roto o con la mejor de las sonrisas.
Sueñan, se enamoran, se pierden y también lloran.
Los monstruos también tienen música y comida favorita, y el poder de desaparecer sin dejar rastro. Algunos se quedan a vivir en ti, otros, en cambio, se van con una gran despedida, con un mensaje, y algunos sin avisar dejando en incertidumbre su regreso.
Los monstruos son ese tipo de ser que deja huella, que deja su marca en la pared más cerca de tu cama, al lado de tu almohada, y un rasguño en tu corazón.
Los monstruos, mis monstruos y los tuyos te tatúan la vida, sabes que han estado aunque no haya rastro de ninguna cicatriz. Los monstruos queman en invierno y te dejan helado en verano, te viven, los vives, y a veces, cuando te miran, tienen el poder de transformar el tiempo.
Está claro que están ahí, pero ni ellos mismos saben que lo son, suenan, los acompaña el viento o alguna canción con la que recordar a cada uno de ellos para siempre, sí, ese para siempre con fecha de caducidad.

9 comentarios:

  1. A esos monstruos y monstruosas que también las hay, lo mejor es partiles las piernas, y así al menos por una temporada dejan de dar por culo.

    Abrazo Chaly

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  2. Hay que capotearlossssssssssssssss!

    Besos

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  3. otro texto genial

    un beso y un abanico para que los espantes :-) despacitooo

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  4. No son ni más ni menos que los monstruos nuestros de cada día.
    Muy bien contado.
    Un abrazo.

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  5. Me ha encantado, son tantos y tan diversos que incluso se disfrazan de ángeles siendo más de la famila de los demonios.
    Un beso

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  6. Me encanta sus relatos Chaly :)

    Un besito

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  7. Es inevitable caer en las garras de alguno.
    Incluso ser monstruos nosotros para otros alguna vez, sin querer.

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  8. «Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan.»
    Stephen King.
    Saludos.

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