Se echó a reír, se le estremecieron
las tetas y tuvo un último gesto maternal, puso su mano entre mis piernas, me
buscó con los dedos y me aplicó una caricia circular, desprovista ya de todo
deseo, una caricia agradecida y blanda, como el lengüetazo fiel de un animal.
Luego se enroscó sobre
mi cuerpo, como era su costumbre, y se quedó dormida.
Hacía muchos años que
no dormíamos desnudos y me intimidó en primer lugar el contacto de su cocho,
abierto y plácido, que se adhirió con un dulcísimo chasquido sobre mi muslo
izquierdo.
Unos minutos antes
habíamos cogido, tal como se hace luego de veinticinco años de matrimonio, es decir,
como se hacen unas maletas.
La verdad que no puedo opinar cómo se hace después de 25 años, eso sí, me ha entrado una angustia.
ResponderEliminarAunque bien pensado, ya difícil me pase a mi eso...
Besos
Ups!
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo contigo, habrá casos y casos.
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