901: los tiempos cambian

—Ya me canse de discusiones sin sentido, de caras largas, suspiros entrecortados, de comidas frías y de los frijoles. Creo que cada uno debe buscar la felicidad que ya no existe en este matrimonio, en ese sentido, me marcho a vivir a otra parte, te dejo a ti la casa y cada tres del mes depositare en tu cuenta el dinero necesario para tu manutención y de los niños. ¿Estás de acuerdo?

—Completamente. Pero la que se marcha soy yo. Mientras yo trataba de enderezar a los niños, tú te dedicabas a malcriarlos y yo no pienso cargar con tu irresponsabilidad y del dinero no te preocupes, pues tengo amistades que me cogerán y me ayudaran a conseguir un empleo.

— ¿Así que lo dejo a Manuelito?

—Con los crespos hechos

— ¿Y me imagino que ella fue bien acogida por sus amistades?

—No lo dudes

—Esta es una buena oportunidad para que nos saquemos de encima a Manuelito del Club de la Loba, es un llorón y un mal perdedor. ¿Qué te parece si invitamos al nuevo vecino?

— ¿Y esta sugerencia no tiene nada que ver con su esposa?

—A ti no se te escapa ninguna…