La primera vez que tuve sexo
fue una experiencia casi completamente apartada de la que tuvieron mis amigas.
Yo fui a un instituto de chicas de clase media-alta bastante prestigioso y la
mayoría de mis amigas tiene una historia de “la primera vez” que equivale más o
menos a consumir una cantidad poco razonable de éxtasis en un parque público y
consistía en ser “tomada” vigorosamente por un chico de 14 años detrás de un
arbusto.
Sus encuentros sexuales por lo que les quedaba de estancia en el
instituto parecían remarcablemente similares. Mientras tanto, mi cereza fue
románticamente diezmada a la relativamente conservadora edad de 16 años por un
chico que amaba profundamente, y con el que saldría durante 3 años. Estábamos
borrachos y viendo Club Dread Uncut. Fue
maravilloso.
El caso es que crecí con una enorme cantidad de fe en la monogamia.
Tenía la idea totalmente estrafalaria de que follar era una actividad que debía
ser encauzada exclusivamente hacia la persona que has amado durante años.
Siempre pensé que la promiscuidad era un acto de bajo amor propio y tristeza
femenina en general (porque eso es lo que hacen en las pelis, ¿no?).
Habiendo entrado en mis veintipocos me doy cuenta de lo
increíblemente engañada que me encontraba con respecto a mis ideologías y la de
los demás. En serio, debería tener tatuado en la frente “DTF” (Down to fuck, dispuesta
a follar) a estas alturas.
Es interesante cómo sin dudarlo acepté la idea de que las mujeres
dedicadas a ser promiscuas eran invariablemente aquellas que eran infelices con
ellas mismas o que estaban intentando desesperadamente cabrear a sus padres,
conceptos que surgen de una de dos: a) conservacionismo religioso o b) una
sarcástica competición sexual. Como individuo ahora practicando
entusiasmadamente la alta práctica de la promiscuidad, he descubierto que mi
autoestima es, de hecho, mayor de lo que antes creí posible. Hay pocas cosas
más satisfactorias para el ego en este mundo que un buen polvo, rápidamente
seguido de una afirmación para el hombre apalancado en tu cama de que debe irse
pronto “porque, eh, que es hora de mi desayuno”.
Ahora he alcanzado un punto en mi vida en el que toda forma de
ideales románticos se ha disipado completamente para mí después de una infancia
viendo demasiadas pelis de Hugh Grant, y me inclino a creer que puede que la
felicidad a largo plazo sea alcanzable de una forma muy diferente a chupar el
mismo pene todas las noches.
Resulta que el sexo “sin sentido” tiene bastante sentido para mí,
sobre todo por el contento que se cosecha de una independencia completa.
Incluso asumiendo que las relaciones monógamas pueden ser muy
bonitas – y es muy genuinamente agradable enrolarse en actividades rollo pareja
como cocinar pasta y tener sexo al mediodía en el salón – definitivamente
nuestra sociedad está acribillada con sucesos asociados con fallos en la
fidelidad. Los divorcios aumentan anualmente, ser infiel es asombrosamente
común e incluso evitando estos inconvenientes, algunas veces llegarás a casa
para rápidamente masturbarte en tu sofá antes de que tu pareja llegue del
trabajo porque ese camarero increíblemente atractivo te echó una miradita. Todo
el mundo tiene antojos de satisfacer sus vidas sexuales y parece ingenuo creer
que esto puede ser efectivamente conseguido con una pareja para el resto de
nuestras vidas.
Anaïs Nin y Henry Miller,
siendo los excelentes amantes bohemios que eran en los años 30, tenían este
concepto de distinguir entre amor necesario y amor periférico: el paradigma de
la legendaria relación abierta. Por mucho que ese concepto pareciera imposible
para mí cuando era menor, creo que ahora puedo entender la práctica: quizás
deberíamos dejar de estar tan ofendidos por los sentimientos que todos
experimentamos y en su lugar intentemos alimentar ideas más sanas sobre
nuestras necesidades sexuales.
Casi todos nosotros nos hemos liado con otra persona en un
contexto completamente desprovisto de conexión emocional, así que los celos en
ese sentido parecen irracionales. No estoy sugiriendo que la monogamia debiera
ser abolida de ninguna de las maneras: a todos nos encanta coger. Lo que digo
es que deberíamos dejar de avergonzarnos por reconocer nuestros caprichos
genitales.
Habiendo dicho esto, estar soltera está lejos de ser un yermo virtualmente
habitado por adultas inútiles y gente solitaria y que es perpetrado por el
ubicuo constructo del amor romántico. Nadie merece pena por fallar al conseguir
pareja porque, admitámoslo, estar soltera es algo cojonudamente brillante. Y de
forma muy similar a las manchas de sexo salvaje que hay en mis sábanas, quizás
estaríamos mejor si el énfasis general en la codependencia simplemente fuese
borrado con un buen lavado.
Nada más fácil que ser soltero. Todos nacemos solteros, sin embargo los casados miran con envidia a los que siguen siéndolo.
ResponderEliminarUn abrazo.
En estas cosas tengo una máxima...cada uno con su cuerpo y con su vida tiene derecho a hacer lo que le dé la gana -mientras no joroben al resto de mortales- así que cada cual viva como le venga mejor, mientras a mi me dejen hacer lo propio. El que quiera follar a todas horas con uno distinto, con cinco a la vez o quiera solo con uno toda su vida o no quiera follar allá cada cual. Lo que sirve para unos no sirve para otros. ¿Qué es mejor? pues lo que a cada uno le vaya bien. Soltero, casado.....
ResponderEliminarBesos
Opino exactamente lo mismo que Prozac, así que no digo nada y me quedo con su comentario.
ResponderEliminarEso sí, te mando besos.
Pues yo como Paloma : coincido con lo que ha dicho Prozac.
ResponderEliminar; )
Saludos.
Lo que opina Prozac es lo más cercano a mi pensamiento. Nuestro cuerpo nos pertenece y sus necesidades las satisfacemos de acuerdo a nuestras creencias o límites.
ResponderEliminarAbrazos.
Pienso lo mismo que lo dijeron las 4 antes que yo! :D
ResponderEliminarBesos =)))
Me gusta el texto Lo he leido dos veces Un abrazo desde la llovizna de Miami.Me encanta como escribes
ResponderEliminarDe una educación reprimida se va directamente a lo contrario y bien mirado es lógico. me ha gustado tu texto mucho.
ResponderEliminar¡Me he reído mucho con las teorías escandalosas de esta soltera! Pienso que es verdad que existe mucho tabú frente a la libertad sexual, particularmente la femenina, y bravo por tu personaje asumiendo su rollo sin tapujos. La única pregunta que me queda es si esos amantes ocasionales suyos son de veras tan invariablemente buenos :D
ResponderEliminarSaludos.
La frase el sexo sin sentido tiene mucho sentido para mi me ha hecho reir porque es algo que posiblemente acaten muchas más personas de las que creemos
ResponderEliminarBesitos !!
Eso es cosa de cada uno.
ResponderEliminarSin embargo sí que pienso que tenemos un montón de conceptos que necesitan cambios urgentes. Habría que empezar a ver y vivir las relaciones de otra manera pero para eso se necesita mucha madurez e inteligencia emocional.
Besos.