- Tengo entendido que anoche me viste
en casa de mi amante.
Inclinó la cabeza a modo de
asentimiento.
- Yo la conozco desde cuando era
un muchacho. Por lo común, estas cosas terminan cuando el hombre se casa, pero
yo nunca me casé.
- ¡Pero hace años que acompaña a Rosa!
- Es cierto. Una cosa no excluye
la otra.
- ¿Eso significa que ama a las
dos?
- De modos diferentes
- ¡Vaya!
- No tienes por qué burlarte. Una
es cómoda, sin complicaciones, bastante terrenal; la otra, estimulante para la
mente, pero tranquilizadora para el alma.
¿Cuál era cuál? lo miró
fijamente, fascinada por ese vistazo en la complicada vida afectiva de aquel
hombre, aparentemente tan simple.
- ¿Y si usted se casara con Rosa?
- Eso parece muy poco probable.
- ¿Por qué? ¿Alguna vez se lo ha
propuesto?
- Nunca ha habido un momento
propicio.
- Oh, vamos, ésa es una excusa
muy débil.
- Tal vez, pero nunca he querido
arriesgar la relación que nos une.
- Y por eso no hace nada.
- ¿Te parece cobardía? Te aseguro
que muchas veces yo también pienso así.
- Se diría que detesta alterar el
cómodo arreglo que ha conseguido.
- Comprendo que pienses así, pero
¿podrías decirme, en este momento, si Rosa me aceptaría en el caso de que yo le
propusiera matrimonio?
Descubrió, sorprendida, que no
podía asegurarlo.
- Jamás lo sabrá si no hace el
intento.
- Sí, pero mi fortuna no es grande.
¿Qué puedo ofrecerle, salvo mi apellido?
- ¿Y su amor?
- Podría no bastar.
- Y si bastara, ¿qué pasaría con
la mujer de la calle Ravelo?
- Para ella no sería una sorpresa
que le asignara una pensión. Por el momento, sirve para proteger a Rosa de las
lenguas maliciosas.
El amor devoto adoptaba formas
extrañas, y también las confidencias. No supo qué decir.
La verdad que Rosa se libra de que no le pida matrimonio...
ResponderEliminarUfffff pies para que os quiero Rosita.
Besos
Intuyo que Rosa sale ganando. Protegida de las malas lenguas pasa el tiempo y se afianza en lo bien que vive independiente y sin responsabilidades. La amante encantada y el hombre satisfecho. ¿Para qué cambiarlo?
ResponderEliminarEste es de los que no se casa, ni quiere ataduras; solo chingar lo que puede, y santas pascuas. Ahora que también es cierto que hay mujeres, que saben de los desmadres de los hombres, sean casados o solteros, y si ellas lo saben y tragan, sino los dejan que tampoco se quejen de su comportamiento.
ResponderEliminarAbrazo Chaly
En ocasiones las conversaciones se tornan en sorprendentes e inesperadas confesiones
ResponderEliminarBesitos