Me acuerdo de otra cosa: Teo y Simón
discutiendo acerca de la señora López. Teo le decía que el señor López empezaba
a mostrarse celoso y con razón. Simón, de buen humor, se lo tomaba a broma: el
señor López trataba con desprecio a su esposa, decía, y por lo tanto se merecía
aquello.
Pero, en realidad, la broma estaba dirigida a Teo, pues era él quien
sentía celos, y de Simón.
A éste no le importaba que Teo se mostrara herido;
¿por qué había de importarle? Cuando alguien presiente que van detrás de él en
un sentido para conseguir algo en otro
sentido, lo resiente siempre. Siempre. Claro está,
Teo comenzaba persiguiendo a
la mariposa debajo de la piedra, y
lograba controlar a la perfección sus sentimientos románticos. Pero éstos
existían, por lo cual él merecía momentos como aquel, repetidos una y mil
veces: Simón le dirigía la sonrisa dura de quien sabe más de lo que el otro
cree, con los ojos empequeñecidos y como diciéndole: ¡Bah, amigo! Ya sabes que esto no es lo mío. Y, no obstante, Teo
le estaba ofreciendo un libro o algo por el estilo.
Simón había acabado por
manifestar un franco desprecio hacia Teo, el cual, en lugar de mandarlo a la
mierda, se mostraba tolerante. Teo era una de las personas más escrupulosas que
he conocido, a pesar de lo cual iba a organizar
expediciones con Simón para conseguir cerveza o comida rateada en algún
sitio.
Después, nos explicaba que sólo
había ido para tener una oportunidad de explicar a Simón que aquella no era
manera de vivir, como un día comprenderá.
Pero luego nos lanzaba una mirada rápida, avergonzado, y volvía la cara con
aquella sonrisa nueva de amargura y odio hacia sí mismo.
Nos gusta complicarnos la vida y de paso complicársela a los demás.
ResponderEliminarHay amistades que no entiendo bien y menos las de joda.
Besos
Pero son Amistades de verdad?
ResponderEliminarEl que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta. Todo eso es consecuencia del amor.
ResponderEliminarSaludos