Y un selfie,
seamos honestos, es una fotografía que uno se hace a sí mismo cuando no tiene a
nadie que se la haga. Todavía más, se podría decir que un selfie es
la fotografía que uno se hace a sí mismo cuando busca desesperadamente a
alguien que potencialmente se la pueda hacer.
El problema es, por
cursi que suene decirlo así, la soledad, que no es la misma que la de hace 30
años. La soledad que arraiga en los barrios de las grandes capitales europeas o
en los suburbios de la América post-capitalista, surge de la disolución de los
espacios de socialización en que se forjaban las identidades colectivas sólidas
que conocimos en los tiempos del capitalismo industrial: la camaradería de la
fábrica durante los recesos, la solidaridad de clase motivada por la
pertenencia a un mismo sindicato o los vínculos familiares que se perpetuaban
en la guardería o en los viajes de empresa son sólo recuerdos de esa ausencia.
El trabajo precario ha
sustituido estas lógicas del empleo creando bolsas de marginalidad sin
precedentes y altos índices de inestabilidad social y laboral, pero sobre todo
produciendo una atomización de la vida comunitaria que desemboca, no por
casualidad, en la erupción de lo que la jerga suele denominar “lobos
solitarios”. La creciente privatización de la esfera del consumo tampoco
contribuye a mejorar la situación: la tienda de discos en la que entablabas
relaciones basadas en el hábito, la sala de cine en la que compartías el
visionado de una película con varias docenas de anónimos desconocidos,
desaparecen poco a poco devoradas por las grandes plataformas de comercio
online o enterradas por Netflix.
Mientras tanto,
el lobo solitario cautivo de círculos sociales estrechos y endogámicos e
incapaz de tender otros lazos con el exterior, es extremadamente vulnerable.
Por eso se arroja a los únicos lugares en que todavía vislumbra una promesa de
comunidad: las redes sociales y el selfie.
Nunca se me hubiera ocurrido pensar que de un selfie se pudieran sacar tantas conclusiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hace años practicamente te hacias fotos cuando estabas en grupo y queriais inmortalizar ese momento tan agradable y divertido, ahora la foto es para hacer creer que llevas una vida fantástica aunque sea en solitario.
ResponderEliminarBesitos
Muy bueno Chaly, pero yo veo a mucha gente haciéndose selfies cuando podrían pedir que les hiciese una foto el de enfrente.
ResponderEliminarPues yo soy millennial. Esa generación que todos satanizan de egoista por aquello de las selfies, del messenger, etcétera. Pero no creo que seamos menos egoístas que generaciones anteriores donde hubo dictaduras (ojo, que las sigue habiendo) y gente enamorada del poder tal y como sucede a la fecha. A través de los nuevos medios hemos puesto el ejemplo de que seguimos preocupados por nuestra sociedad (véase la Primavera Árabe, movimientos estudiantiles, Occupy Wall Street, y el movimiento #Verificado19S en el reciente terremoto que tuvimos en México).
ResponderEliminarVaya, mi punto es que el tema no es que "todo pasado siempre fue mejor", sino que no hemos aprendido de los errores cometidos en la historia, y por eso estamos condenados a consecuencias cada vez más duras y drásticas.
Besos, Chaly.
Lie, no siempre es sinónimo de soledad soledad es el mal de nuestros días y se puede manifestar de formas muy distintas, aunque hacerse un selfie no siempre se debe a esas connotaciones.
ResponderEliminarEstoy con Tracy, el selfie no es necesariamente un indicativo de soledad.
ResponderEliminarSi bien es cierto que,en muchos casos, las redes sociales han llevado consigo una soledad acompañada, pero no siempre se cumple esa premisa.
La soledad ha existido siempre,la del que está solo y la del que está acompañado.
Besos.