El aire se vuelve tan
denso que parece haber neblina. Lentamente, extiendo la mano hasta alcanzar el
suave borde del lazo de seda brillante. Al hacerlo, apenas le rozo el pecho. Y,
entonces, sin apartar mis ojos de los suyos, tiro poco a poco de uno de las puntas.
La tela corre con suavidad hasta que el nudo se deshace y el botón del cuello
de su camisa queda al descubierto y, en ese preciso instante, siento revolotear
su mano, bajo la mesa, como un pajarillo y una uña larga se desliza un instante
sobre mi dolorido bulto. Estoy a punto de gritar, pero el grito queda reducido
a un escalofrío y ella, con calma, me aconseja pedir un taxi.
Y así es como empezó
todo. La llevé a su precioso apartamento e hicimos el amor sobre unas acogedoras
alfombras. Me abalancé sobre ella en el preciso instante que corría el cerrojo
de la puerta, con una mano le alcé la falda mientras con la otra le bajaba la
braga. Muy suave. Llegué a eyacular como un relámpago. Y, después, yací sobre
ella contemplando la habitación y empecé a ponderar, con la misma ociosidad,
qué cojones estaba haciendo con mi vida y concretamente con aquella vida en la que
el momento culminante de una pasión tan arduamente cultivada pasaba tan deprisa
que apenas podía creer que había sucedido. Pero no tuve mucho tiempo para
pensar porque, en seguida, me sirvió una copa y pasamos a su dormitorio para entonces,
ya estaba otra vez en forma y, al tumbarme sobre ella, supe que estaba perdido.
Merceditas resulta ser su perdición
ResponderEliminarBesitos y feliz fin de semana
Es que Merceditas es mucha Merceditas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Chica lista Merceditas, sabe lo que se hace.
ResponderEliminarBesos
vengo a desearte lo mejor del mundo para vos y los tuyos en este maravilloso diciembre
ResponderEliminarVaya con Merceditas...
ResponderEliminarauténtico Miura!
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