Ortega y Gasset definió el amor como «una especie de imbecilidad transitoria, un
estado de angostura mental, de angina psíquica». Cuando caemos en
ella, y gracias a todo un cóctel químico de testosterona, estrógeno,
feniletilamina, dopamina y otras sustancias, perdemos, efectivamente, la
cabeza. Se acelera el corazón, pensamos obsesivamente en la persona querida,
sufrimos altibajos emocionales, arrojamos las inhibiciones por la borda y se
nos eleva en altísimo grado la tolerancia a la ñoñería.
En definitiva, caer en el amor es caer en el ridículo. Pero lo
curioso es que los amantes también ríen. De hecho, las risitas constantes de
los enamorados son otra señal más de que han perdido el juicio bajo los efectos
de esta dulce enfermedad.
El arte del «tonteo». Comencemos por el
principio: la fase de la seducción. Gustavo dice que el sentido del humor es
una de las cualidades más valoradas por quienes buscan compañía romántica,
preguntó a hombres y mujeres sobre los atributos que más valoraban en una
pareja sexual sin compromisos, en una pareja estable y en un cónyuge. En todos
estos casos, el sentido del humor apareció como una de las tres cualidades más
valoradas, junto a la sinceridad y ser una persona cariñosa.
¿Por qué resulta tan importante este atributo a la hora de buscar
pareja? Quizás tenga que ver con el hecho de que compartir la risa parece
revelar una forma similar de pensar, sentir e interpretar el mundo. Otra
posible explicación es que el sentido del humor se considera una característica
clave de la personalidad que la gente asocia a numerosos otros atributos
positivos como la inteligencia, la creatividad o la amabilidad.
Finalmente, el magnetismo del humor podría deberse también a algo
más sencillo: si vamos a pasar mucho tiempo con alguien, es lógico que queramos
divertirnos. De lo contrario, la vida podría convertirse en un verdadero rollo.
Las personas que rieron con su pareja se sienten más cercanas y más atraídas
hacia ella. La risa compartida provocó un efecto imán entre las dos personas.
No es de extrañar, por lo tanto, que el juego sea un elemento
clave del arte de la seducción. De hecho, uno de los sinónimos más habituales
de esta actividad es la palabra tontear. En el terreno amoroso, tontear
significa decir las cosas medio en serio medio en broma, con una cierta
ambigüedad, lo cual permite exhibir y disfrutar de ese preciado sentido del
humor.
El juego erótico. El tonteo no termina en la
discoteca o en la sala virtual del chat. Es también un ingrediente básico del
sexo, que en la opinión de Gustavo se trata fundamentalmente de una actividad
lúdica, un juego. Para entender esto, hay que darse cuenta en primer lugar de
que el sexo es gracioso por naturaleza. No es que quiera denigrarlo, ni mucho
menos, pero es que tiene gracia.
Basta con mencionar alguna de las incontables expresiones que
denominan la actividad sexual para reír: fornicar, clavar, enflautar, trincar,
chingui-chingui, ñaca-ñaca, echar un polvo, poner el colchón a prueba, bailar
el mambo horizontal, alimentar al conejito, pincelar la almeja, regar la
lechuga, ensalsar el canelón, partir el Mar Rojo, remover el guiso, enterrar la
zanahoria, mojar el churro, meter al diablo en el infierno, culear, bambarajar
la pimpirola, filipituriar el varilongo...
No es de extrañar que cuando nos preparamos para bambarajar la
pimpirola, suele haber mucha risa de por medio.
Woody Allen dijo que el sexo era «lo más divertido que he hecho sin reír»,
pero la risa no nos abandona ni en la cama. Especialmente en las primeras fases
del juego erótico, el tonteo nos permite probar las aguas y avivar el deseo.
Además, una ventaja evidente del humor como aperitivo es que eleva el estado
anímico y acerca a las personas.
La chispa en la relación. Pero no es sólo el tonteo
y las relaciones sexuales. Gustavo está seguro que el humor es también un
aspecto crucial de la relación a largo plazo. En parejas casadas y no casadas,
ha encontrado una correlación entre la satisfacción con la pareja y una
evaluación del sentido del humor del compañero o compañera.
La intimidad de la pareja brinda la oportunidad de crear mundos
compartidos privados tan ridículos como nos apetezca, de tomarnos el pelo mutuamente
y, en definitiva, de jugar sin complejos. Vistos desde fuera, estos mundos
privados pueden parecer ridículos, y lo son, pero son también una fuente de
diversión y cariño constante que refuerza los lazos de amor.
Jajajajajaja.
ResponderEliminarLa próxima vez que vaya a comprarme un colchón me abstendré de preguntarle al de la tienda si puedo ponerlo a prueba.
Besos
El sentido del humor es importante en todos los órdenes de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues la verdad es que te doy la razón.
ResponderEliminarEl buen humor. Que te hagan sonreír es fundamental.
Besos.
Puede ser todo lo ridículo que se quiera, pero es que no nos importa. Nos sentimos etéreos, sin complejos y que nos quiten lo "bailao"
ResponderEliminarSaludos.
Puede ser todo lo ridículo que se quiera, pero es que no nos importa. Nos sentimos etéreos, sin complejos y que nos quiten lo "bailao"
ResponderEliminarSaludos.
El humor hace falta para todo.
ResponderEliminarEl humor me mató, siempre hablé en broma pero del otro lado me contestaron en serio y ahora hace 49 años(Casado) que estoy padeciendo por hacerme el chistoso!!
ResponderEliminarAbrazo!!
Cuando el amor el franquicia de infierno, el sentido del humor es salvación.
ResponderEliminarUn beso.
Es bueno hacer reír al otro, pero me di cuenta muchas veces que aquellas amadas que se orinaban de risa con mis ocurrencias, al desamorarse ya no esbozaban ni una puta sonrisa.
ResponderEliminarSaludos.