931: Al despertar suena el clarín mejor

¿Alguna vez te has preguntado por qué acostumbramos a hacer el amor por la noche? Estamos habituados a coger en el lugar más cómodo de la casa: la cama. Y es por eso que el tiroteo acontece a la hora de acostarse.

Ya nos hemos quitado la ropa, lavado los dientes y recostado: ahora y solo ahora la magia sucede. Si lo piensas bien, es una forma triste y aburrida de estructurar la vida sexual.

Si queremos sacar el máximo provecho de nuestros encuentros sexuales, necesitamos liberarnos de estos horarios estrictos y abrazar el prometedor potencial del sexo en un momento mucho mejor del día: la mañana.

El sexo matutino es como zamparse una tarta de chocolate para el desayuno: sorprendentemente reconfortante. Además, nos relaja para afrontar el día que comienza y libera endorfinas que nos mantienen activos. Es como recibir los beneficios de una clase temprana de yoga y correr al mismo tiempo, y todo sin salir de la cama. Analizando la cuestión con frialdad, las mañanas pueden ser un momento mucho más lógico para el sexo. Por la noche, la gente se tumba en la cama cansada y el sueño va en aumento. Por la mañana, en cambio, lo normal es despertarse con sueño y gradualmente aumentar tu nivel de energía.

A primera hora de la mañana, el cuerpo de los hombres pide sexo a gritos. Se trata de una especie de ganas inconscientes derivadas de la testosterona, cuyos niveles están a tope recién levantados.

En tú caso, con tantas obligaciones, no es realista planear tenerlo cada mañana, pero sí es algo digno de incluir en el repertorio de vez en cuando para mantener viva la llama y escapar de la monotonía entre las sábanas.