— ¿Dime, tu novio juega con tus
tetitas, enrula y desenrula tus pelitos y te mete el dedo?
— ¡Way! ¡Qué le importa a usted!
—Necesito saberlo
—Yo no he venido aquí para que me
haga esas preguntas
— ¿Entonces a que has venido?
—He venido a confesar mis pecados
— ¿Y la lujuria no es un pecado?
—Un momento, aclaremos conceptos,
yo he venido voluntariamente a confesar los pecados que quiero que dios por
intermedio de usted me perdone y usted no puede obligarme a pedir la absolución
de aquellos pecados que en estos momentos no los necesito.
— ¿Y puedo saber por qué no los
necesitas?
—No entiendo qué clase de cura
confesor es usted, el asuntechi es clarísimo, cuando usted da la penitencia la
despide a una diciendo: “no vuelvas a cometer este pecado”
Jajajajajaja. Bien por ella.
ResponderEliminarY el confesor, en fin..con la iglesia hemos topado.
Besos
Esos confesores que les gusta entrar en detalles, qué mente podrida.
ResponderEliminarMuy buena respuesta de parte de la "pecadora".
Besos.
Y sigue la mata dando. El sa-cerdote y sus ganas de saber lo que no.
ResponderEliminarBesos
Tiene tela...
ResponderEliminarEgo te absolvo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ella tiene razón, y él tenía derecho, ja.
ResponderEliminarSaludos.
Es que hay pecados que vale la pena mentener no... :D
ResponderEliminarSaludo!!
jajajaja
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