A Tila se le ha encomendado que
entreviste a Gilbert, uno de los solicitantes del puesto de coordinador de
personal. Tila tiene que informar por escrito de sus impresiones. Escribe: La entrevista tuvo lugar en el Café Bagdad a
las seis de la tarde.
Lo tacha. Eso no es totalmente
exacto, porque la entrevista empezó, efectivamente, a las seis, pero se
desarrolló entre las seis y las siete menos cuarto. Además, ¿a quién le importa
si eran las seis o las ocho, si se trataba de Bagdad o de Alaska? Tacha de
nuevo.
Muerde el extremo del bolígrafo.
Piensa. Luego escribe: Al principio de la
entrevista, Gilbert me entregó… Vuelve a tachar; cambia Gilbert me entregó por el
solicitante me entregó un currículum vitae, que insistió en que leyera en el
momento, antes de empezar nuestra conversación. Adjunto el currículum
Lo tacha. ¿Qué importancia tiene
eso? Además, insistió resulta
demasiado fuerte aquí, pues Gilbert no fue tan categórico. ¿Pidió? Demasiado débil. En realidad, lo que hizo fue menos que
insistir pero más que pedirme que leyera su currículum primero. ¿Hay una
palabra intermedia entre pedir e insistir? ¿Tal vez exigir? No, no me lo exigió. Y no fue categórico. En general, categórico
es una palabra tonta. Sea como fuere, el currículum irá adjunto a mi informe,
si es que consigo redactarlo, de modo que ¿a quién le importa si Gilbert insistió,
persistió, pidió, rogó o me tentó?
Bueno, quizá lo pueda poner así: El solicitante me produjo la impresión de
ser un hombre con una extraordinaria confianza en sí mismo, aun cuando tal vez
se esforzó demasiado en tratar de
producirme esa impresión. Estupendo, excepto que en realidad es un bodrio:
me produjo la impresión de que se esforzaba demasiado en tratar de producirme esa impresión. Un asco de lógica, y un asco de
castellano también. Además, extraordinaria
confianza en sí mismo: ¿quién te crees que eres? ¿Un asesor titulado en
confianza en uno mismo?
Tila vuelve a empezar: Gilbert Gados, veintinueve años, nacido en
Gedera, Israel, divorciado, sirvió cinco años como inspector de policía….
No. Demonios, ¿es que no puedes poner las cosas como es debido? Sí que sirvió
en la policía cinco años, pero fue inspector sólo el último año y medio.
Y ¿por qué no empezar buscándole
la gracia? Pero ¿dónde está la gracia? Encima se está haciendo tarde. Y Tila ha
prometido llamar a Matilde antes de que acabe su turno.
Un asco otra vez. No está claro
si su turno se refiere al turno de Matilde
o al de Tila.
Basta. Tila no presentará su
informe hoy. Mañana será otro día. No es el fin del mundo.
Nuevo tachón. Mañana será otro día está muy trillado. Por
otra parte, ¿y qué? ¿Qué tiene de malo que esté trillado? ¿Por qué no? ¿Y no
queda patoso acabar con tres
preguntas sinónimas: ¿Y qué? ¿Qué tiene de malo? ¿Por qué no??
Tila hace pedazos la hoja y llama
a Matilde.
Tila despedida ya mismo o que la pongan en otro puesto.
ResponderEliminarBesos
Con lo fácil que es poner que el tal Gilbert es un poco gilipollas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ay, Tila!
ResponderEliminar:)
Ufff...
ResponderEliminarBesos.
Lo peor es que este muchas veces se dará de verdad.
ResponderEliminar¡Qué pena que a las cosas tan importantes, se le den tan poca importancia!!
Así nos va.
Pobre Tila, con lo fácil que es escribir lo que realmente pasó y ya, no? :P
ResponderEliminarbesos
Y así se decubrió el estrés.
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