Durante un buen rato cruzaron en
silencio el terreno, con hierba hasta la rodilla, que irritaba la sensible piel
de las pantorrillas de Cesar. Pensó en comentarlo y preguntar si no había otro
camino con la hierba cortada, pero sabía que a Hugo iba a parecerle una niñada,
así que se quedó callado mientras la hierba le hacía cosquillas en la piel.
Pensó en su ciudad, donde puedes pasarte días andando sin pisar ni una sola vez
un trozo de tierra. El mundo asfaltado parecía llamarlo, y lo echó de menos
mientras sus pies sentían las irregulares masas de tierra endurecida en las que
corría el riesgo de torcerse los tobillos.
— ¿Te he comentado hoy que
deberías ir a la universidad?
—Solo tienes que ver adónde te ha
llevado ser académicamente brillante.
—Bueno, deberías ir este año. No
puedes quedarte sin ir para siempre.
—La verdad es que sí puedo
quedarme sin ir para siempre. Te lo he dicho ya y te lo repito: me encanta
apalancarme, ver la tele y ponerme cada vez más gordo. Es mi función en la vida.
Por eso me gustan los viajes en coche. Es como hacer algo, pero en realidad no
haces nada. De todas formas, mi padre no fue a la universidad, y es rico de
cojones.
Cesar se preguntó si los cojones
eran muy ricos
—Sí, pero tu padre no se apalanca
precisamente. Trabaja cien horas por semana.
—Es verdad. Es verdad. Y gracias
a él no tengo que trabajar ni que ir a la universidad.
Cesar no supo qué responder. Pero
no entendía la apatía de Hugo. ¿Qué sentido tiene estar vivo si al menos no
intentas hacer algo importante? Qué raro creer que Dios te dio la vida, pero no
pensar que la vida exige algo más de ti que ver la tele. Y se dedicaba a hacer
anagramas con «es raro» —«rasero», «aserro», «arreos»— cuando se arreó un porrazo.
Tropezó con una piedra y se cayó. Se desorientó tanto al ver el suelo
acercándose a él a toda velocidad que ni siquiera extendió las manos para
amortiguar la caída. Cayó hacia delante como si le hubieran disparado por la
espalda. Y lo primero que tocó el suelo fueron sus gafas, seguidas de cerca por
la frente, que se golpeó contra una piedra puntiaguda. Y cuando Cesar abrió los
ojos, vio de forma borrosa que Hugo y Laura estaban arrodillados a su lado. Le
llegó un fuerte olor a perfume afrutado, que creyó que se llamaba Curve. Lo
había comprado una vez para Lupe, pero a ella no le había gustado.
—Estoy sangrando, ¿verdad?
—Como un cerdo apaleado. No te
muevas. Dame tu camiseta.
Hugo se negó.
—Tenemos que presionar
Hugo volvió a negarse tranquilamente,
y entonces Laura dijo: «Muy bien, de acuerdo», y se quitó la camiseta. Cesar
entrecerró los ojos intentando atisbar algo sin las gafas, pero no vio
demasiado.
—Quizá deberíamos dejar estas cosas
para la segunda cita
—Muy bien, pervertido
La chica siguió hablando mientras
le limpiaba la frente suavemente con la camiseta y luego le presionaba con
fuerza en una zona sensible por encima de la ceja derecha.
—Menudo amigo tienes, por cierto.
Deja de mover el cuello. Podrías tener una lesión vertebral o un hematoma
subdural. Bueno, las posibilidades son mínimas, pero debes tener cuidado,
porque el hospital más cercano está a una hora de camino.
Cesar cerró los ojos e intentó no
moverse mientras Laura le presionaba con fuerza la herida.
—Aprieta fuerte aquí con la
camiseta. Vuelvo en ocho minutos.
—Deberíamos llamar a un médico
—Soy asistente sanitaria.
—Pero ¿tú qué edad tienes?
—Diecisiete. Vale. Muy bien.
Asistente sanitaria en formación. Ocho minutos. Lo prometo.
Echó a correr. Lo que le gustó a
Cesar no fue exactamente el olor a Curve. Fue el olor que quedó flotando en el
aire cuando Laura empezó a correr. Dejó tras de sí el olor del perfume. Lo que
a Cesar le gustaba del Curve no era su olor en la piel, sino su sillage, el dulce
aroma afrutado al alejarse.
—Perdona que no me haya quitado
la camiseta.
— ¿Es por las tetas?
—Sí, bueno. Creo que debería
conocer un poco a la chica antes de enseñarle las tetas.
Jajajaja.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos
Cómo tienes esa inventiva y no se te acaba nunca, te admiro, de verdad.
ResponderEliminarNo se puede ir enseñando las tetas así como así a las primeras de cambio. :)
ResponderEliminarMuy gracioso.
Un abrazo.
Lo de los anagramas me encantó. Lo demás, también. Me reí mucho.
ResponderEliminarSaludos!
Coincido, no se puede mostrar todo de inmediato ¿eh?, o sí?...ja ja...Muy bueno Chaly, tu imaginario no tiene límites.
ResponderEliminarAbrazos.
Algunas cosas son mejores cuando se las conoce/descubre en el momento indicado...
ResponderEliminarSaludos,
J.
No tenía idea a dónde iba el relato. No fue a ningún lado, pero su final es excelente.
ResponderEliminarSaludos.