Nosotros tenemos una enorme facilidad para amargarnos e incluso tenerlo crónicamente activado.
Lo activamos cuando no dejamos de cavilar porque las cosas no transcurren como deseamos, cuando no dejo de pensar en lo torpe que estuve ayer en la reunión de vecinos, cuando tarda mi hijo en regresar a casa y me pongo en lo peor que pudiera haberle ocurrido, cuando anticipo que me voy a quedar sin trabajo o que voy a ser objeto de recriminación y de rechazo, cuando recuerdo un incidente de tráfico que tuve ayer y me irrito por el comportamiento del hijoeputa que se sonreía al quitarme el aparcamiento o por haber sido objeto de un trato injusto y humillante, o me siento culpable porque injustamente acusé a un amigo de algo que no hizo, y por tantas otras situaciones que no encierran peligro físico para mi supervivencia pero que reacciono ante ellas como si estuviera en juego mi vida.
Podemos, ante hechos cotidianos y sin importancia, “amargarnos la vida” y sufrir innecesariamente.
Una cosa es tener en cuenta lo que los demás piensan, que puede resultar muy útil para conducirnos mejor por la vida, y otra muy diferente es preocuparnos en exceso por esas opiniones hasta el punto de atormentarnos y paralizarnos.
La metáfora de la familia que viajaba con un burro puede ayudarnos a valorar en sus justos términos lo que los demás opinan acerca de nuestra conducta.
“Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer mundo. Así, se fueron los tres con su burro y pasaron por 5 pueblos. Pero al pasar por el primer pueblo, oyeron que la gente comentaba: ‘¡Mira ese chico mal educado! Él, arriba del burro y los pobres padres, ya mayores, llevándolo de las riendas!’ Entonces, la mujer le dijo a su esposo: ‘No permitamos que la gente hable mal del niño.’ El esposo lo bajó y se subió él. Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: ‘¡Mira que sin vergüenza ese tipo! Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima’. Entonces, tomaron la decisión de subir a la mujer al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: ‘¡Pobre hombre! Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro. Y pobre hijo... ¡qué le espera con esa madre!’ Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje. Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que sus pobladores decían: ‘¡Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!’ Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: ‘¡Mira a esos tres idiotas: caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos!"
de hecho somos especialistas en complicarnos la vida. cargamos bolsas de asuntos, sentires, malas vibras que no son nuestras!
ResponderEliminarNunca se puede caer bien a todo el mundo ni tener a todos contentos. Aceptando eso ya se camina más ligero.
ResponderEliminarLa gente habla por hablar, sin empatía....al menos las que todo critican.
ResponderEliminarBesos Chaly =)))
Cada vez me importa menos la opinión de los demás.
ResponderEliminarComo mínimo son tan idiotas como yo.
Saludos.
El miedo se cuela sin avisar como un escalofrío y es muy difícil de combatir
ResponderEliminaray dios si metiésemos y me incluyo la lengua en otro sitio mejor nos iría y a los demás también
ResponderEliminarlos chismes lo único que acarrean son problemas , para quien los larga y quien los escucha
besos a ti
y salud a los 4 del cuento ¡¡
Personalmente ya me da igual lo que digan de mí y piensen... los que de todo saben y amargamente siguen viviendo y viven... allá ellos...
ResponderEliminarBss, Chaly.
No puedo estar más de acuerdo contigo en el título de tu entrada de hoy, aunque no me la amargo por lo que piensen los demás que más bien me importa poco.
ResponderEliminarBesos
Sí . Es verdad. Besos.
ResponderEliminarChaly, graciosa esta entrada y con mucho contenido, algunas personas viven pendientes de lo que digan los otros sobre ellas,y la prueba la tenemos en tu historia, nadie estaba de acuerdo, el dejarnos dirigir por la opinión de los demás es el deporte nacional. Así nos va...
ResponderEliminarUn saludo
Puri